𝐓𝐡𝐞 𝐍𝐞𝐰 𝐆𝐮𝐲 ¡! [Ruborn]

20

Cuando Rubén volvió a su casa se oía el retumbar incesante de los truenos. Un relámpago rompió la negrura del cielo.

Rubén se ajusto la mochila a los hombros y cuando empezó a llover avanzó con la cabeza inclinada.

«Tengo frío. Tengo mucho frío», pensó.

«Un frío de muerte.»

Cruzó Fornaltux y echó a correr. La lluvia se hacía cada vez más torrencial. Un pequeño riachuelo fluía junto al bordillo.

Una pálida claridad blancuzca iluminó la calle, justo enfrente de él. Al principio Rubén pensó que se trataba de otro relámpago. Sin embargo, cuando la luz cayó sobre él se dió cuenta de que procedía de los faros de un coche.

Dejó de correr y se volvió, tratando de ver el coche a través de la cortina de agua.

Y entonces un coche de color azul se detuvo a su lado.

Un pequeño coche azul. ¡El coche de Reborn!

— ¡No! — gritó con todas sus fuerzas, echando a correr otra vez.

La ventanilla del coche se abrió y una voz que no reconocía le preguntó:

— ¿Quieres dar un paseo?

Rubén se volvió y descubrió a chico de ojos extrañamente morados con una gorra negra que le sonreía abiertamente de manera coqueta.

— ¿Te llevo?

Rubén lanzó un suspiro de agradecimiento. No era Reborn. Gracias a Dios no era Reborn. Dudó un instante. Deseaba ponerse a cubierto de la tormenta, pero no conocía a aquel chico.

— No, gracias — dijo. Tuvo que gritar pata hacerse oír a causa del fragor de la lluvia.

— Vamos, cariño, no voy a morderte — le dijo el chico, sin dejar de sonreír —. ¿Es por qué soy un desconocido? Me llamo De Luque, sencillo, ya no somos desconocidos. ¿o sí?

— Te he dicho que no, gracias — repitió Rubén.

— De verdad, no voy a morderte chiqui... a menos que tú lo desees, claro... — dijo riendo de buena gana.

— ¡Jodete!

— Vis...¡Anda y ahogate! — le replicó De Luque enfadado.

Volvió a subir la ventanilla y el coche azul se alejó a toda velocidad levantando una ola de agua.

«Menudo asqueroso era ese tal "De Luque" — pensó Rubén y un instante después descubrió que estaba temblando —. ¿Por qué hay tanta gente maleducado en este mundo?»

Inclinó la cabeza y comenzó a correr hacia su casa.

Pensaba en un buen baño caliente.

Otro relámpago iluminó el cielo y a continuación retumbó un trueno tan fuerte que hizo estremecer la tierra.

El agua de lluvia le corría por el rostro. No podía ver nada. El mundo no era más que una masa gris y borrosa. Una masa borrosa, fría y mojada.

Casi a ciegas, Rubén corrio hacia Reborn.

Él lo cogió por la manga del anorak.

— ¡Reborn! — gritó Rubén.

Los ojos oscuros del contrario, clavados en los suyos, ardían amenazadores mientras le apretaba con más fuerza el brazo.

— Sube al coche — dijo Reborn.

— Reborn... ¿qué es lo que quieres? ¡Apártate de mí! ¡Déjame en paz! — gritó Rubén.