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Cuando pasaron junto al cementerio Rubén comprendió donde se hallaban.

— ¿Vives en la calle del Terror? — le preguntó.

— Sí — contestó Reborn, pero al volverse hacia él y descubrir su expresión preocupada, añadió, perplejo —: ¿Por qué todos reaccionan de ese modo cuando digo que vivo en esta calle?

— Es que... se cuentan un montón de historias acerca de esta calle — le explicó Rubén, sin dejar de observar las viejas y oscuras casas que había a los lados.

— ¿Qué clase de historias?

— Historias acerca de crímenes y de extrañas criaturas, ya sabes, fantasmas y esas cosas — replicó Rubén, observando el exterior a través de su ventanilla.

— Oh, por favor, no sigas — murmuró Reborn —. Dejé de creer en fantasmas hace años.

En cuanto el automóvil avanzó por la calle del Terror, internándose entre los árboles, la noche se hizo todavía más oscura. Rubén cerró los ojos con fuerza.

«Lanita fue fue asesinada muy cerca de este lugar», pensó.

Para su sorpresa Reborn detuvo el coche. Rubén echó un vistazo al bosque a través de la ventanilla.

«Eso es — comprendió súbitamente—. Éste es el lugar donde Sara y yo encontramos el cuerpo de Lanita.»

— Reborn... ¿por qué te detienes aquí? — le preguntó con voz temblorosa.

— Ésa es mi casa — respondió él despreocupadamente, señalando un pequeño chalé cuadrado situado al otro lado de la calle.

No había luces en la vivienda. Ni fuera ni dentro de ella.

— Pe-pero... — tartamudeó Rubén —. Es justo enfrente del sitio donde Lanita...

— ¡Lo sé! — dijo Reborn, cortante —. No creas que la policía no me hizo un millón de preguntas debido a ello. — Murmuró algo en voz muy baja y luego dijo —: Enseguida vuelvo — y saltó fuera del coche, cerrando la puerta tras él.

Rubén le observó mientras desaparecía en la oscuridad.

Ahora estaba solo. Solo en la calle del Terror. En un coche aparcado exactamente frente al sitio en el que Lana había sido asesinada.

Siguiendo un impulso puso el seguro de su puerta y una a una bloqueó todas las demás. Luego echó una mirada a la casa que permanecía a oscuras, confiando en que Reborn no tardaría demasiado en regresar.

De repente vio un movimiento detrás de una ventana delantera. Las cortinas se entreabieron suavemente, revelando una mínima franja de luz. Alguien estaba espiándolo.

A él.

Luego la cortina se cerró otra ves y la franja de luz desapareció por completo. La casa volvía a estar a oscuras. Rubén se removió nervioso en su asiento.

¿Dónde estaba Reborn? ¿Por qué todavía no había regresado?

Oyó entonces un estrépito ensordecedor y lanzó un grito sofocado apartando la vista de la casa para escudriñar a través de la ventanilla del conductor. Su corazón latía aceleradamente.

¿Qué era lo que había producido aquel ruido?

No podía ver nada. Estaba demaciado oscuro... esa oscuridad no parecía natural.

¿Acaso había alguien allí afuera?

Notó que alguien sacudía el tirador de la puerta del conductor.

𝐓𝐡𝐞 𝐍𝐞𝐰 𝐆𝐮𝐲 ¡! [Ruborn]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora