Final

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N.A: Se recomienda escuchar la canción durante la lectura de este capítulo. En caso de ser necesario, repetir y/o descargar la canción. Posiblemente sea más largo ya que es el desenlace. Disfrute ¡!.

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— ¿Sara, para qué es eso? — le preguntó Rubén, perplejo.

— Es la prueba — replicó Sara.

Estaba de pie ante él y, agarrando el bate de béisbol con ambas manos, lo blandió con tanta fuerza que Rubén dió un paso atrás.

— Hay sangre seca en este bate, Rub — dijo ella con suavidad —. La sangre de Lanita. Es la prueba... ¿no lo ves? Es la prueba que señala a su asesino.

— Yo... no lo comprendo — exclamó Rubén dando otro paso hacia atrás —. ¿Quién...?

— ¡Yo lo hice! — gritó Sara —. ¡Yo la maté! ¡Y esta es la prueba!

— Sara, ¿qué estás diciéndome? — le preguntó Rubén con voz temblorosa —. ¿Por qué me dices semejantes cosas?

— Es la verdad — replicó Sara, sosteniendo el bate en alto —. He aquí la prueba.

Incluso en medio de aquella opresiva oscuridad, Rubén distinguió la extraña sonrisa que se dibujaba, soñadora, en el rostro de Sara.

— ¿Tú-tú... también mataste a Irina, Sara? — tartamudeó Rubén.

— Tuve que hacerlo — repuso ella con calma —. Deberías saberlo, Ru — añadió con un tono más desagradable —. Tú estabas en la otra línea hablando con Irina cuando yo le marque. Eras tú quien hablaba con ella esa noche. Y ella te estaba contando lo que sabía de mi.

— ¿Qué? ¡No, ella no hacia tal cosa! — exclamó Rubén.

— Sí, te hablaba de mi — insistió Sara con mucha suavidad, avanzando un paso en su dirección —. Te lo estaba contando todo, ¿no es verdad? ¿Acerca de Lana y el dinero del baile del colegio? Irina lo sabía, sabía lo del dinero y te lo estaba explicando a ti, ¿no es cierto?

— No, no es cierto — le dijo Rubén, y un escalofrío helado le recorrió el cuerpo —. No estábamos hablando de ti, Sara.

— Sí, eso era exactamente lo que estabais haciendo, Doblas. De modo que tuve que darme prisa y llegar a la casa de Irina antes de que lo hicieras tú. Tenía que asegurarme de que Irina no te decía más de la cuenta. Pero tú ya sabes demaciado... ¿no es así?

— ¡Sara, detente! — gritó Rubén —. Irina y yo no hablábamos de ti ni del dinero del baile. Yo nunca creí, ni por un instante, que Lanita hubiera robado el dinero. Yo...

— ¡Pero lo hizo! — gritó Sara, alzando la voz por primera vez —. ¿Puedes creerlo, Doblas? Lanita, la chica más decente, la más correcta. La chica más honesta de la ciudad... Fue ella quien robó el dinero, Doblas. ¿Y sabes por qué lo hizo? ¡Lo robó para mí! Lo robó para mí porque lo necesitaba para continuar mis estudios.

— Y-y tú... ¿la mataste? — preguntó Rubén con un chillido —. ¿Por qué, Sara? ¿Por qué...?

— Después de todo, Lana era demaciado honesta — murmuró Sara —, e inmediatamente se arrepintió. Dijo que teníamos que devolver el dinero. Dijo que debíamos confesar lo que habíamos hecho y devolverlo. — explicó Sara con molestia —. Yo no podía hacer eso, Doblas. Había trabajado muy duro. No podía dedicarme a un tercer trabajo después de las clases. No podía devolver el dinero. No sabía que hacer.

𝐓𝐡𝐞 𝐍𝐞𝐰 𝐆𝐮𝐲 ¡! [Ruborn]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora