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El lunes por la noche, después de cenar, Rubén se llevó un buen susto al encontrar a Reborn ante la puerta de su casa.

— ¿Reborn... qué ocurre? — exclamó sobresaltado, observando el rostro preocupado del chico.

— Se trata de mis deberes de noruego — dijo Reborn, frunciendo el ceño —. No consigo hacerlos buen. He oído que a ti se te da bien el noruego y pensé que tal vez podrías echarme una mano. Ya sabes, convertirte en mi tutor por esta noche.

— Está bien, de acuerdo — replicó Rubén, guiándole hasta su cuarto de estudio.

«Qué extraño — pensó Rubén —, que alguien se presente así de improvisto, en casa de otra persona. Está muy claro que no es un chico tímido.»

Comprendió, no obstante, que se sentía complacido.

«Yo le gusto», pensó encantado.

Un escalofrío le recorrió la espalda. Si sólo pudiera alejar las dudas que sentía acerca de él... Si sólo pudiera estar completamente seguro de que les había dicho la verdad acerca de lo sucedido con Lana...

Rubén descubrió que, a pesar de todas sus dudas, se sentía muy atraído por Reborn...

Sentados uno junto al otro sobre el sofá, estudiaron la lección de noruego. Al cabo de una hora, sin embargo, Reborn cerró su libro de texto.

— Bueno, creo que por fin lo he cogido, eres un gran profesor, Rubén.

Y rozó ligeramente su hombro. Luego, con gran dulzura, sus dedos recorrieron el brazo de él hasta cogerle la mano.

— Y ahora vayamos a comer algo. Estoy hambriento — dijo muy suavemente.

— Oh, Reb, esta noche no puedo. Mañana debo levantarme temprano para ir a la escuela.

— Claro que puedes. Son sólo las ocho y cuarto. Prometo traerte de regreso a tu casa a las diez de la noche. Bueno... — prosiguió Reborn como si la cuestión ya estuviera resulta —. ¿Adónde vamos?

Rubén no deseaba correr el riesgo de encontrarse con Irina, o con Mafer o con Sara, ya que sólo le echarían en cara que estuviera con Reborn y le harían pasar un mal rato. De modo que surgirió una pequeña cafetería en el Cakery Village.

— Es un sitio agradable... y además es barato — le dijo a Reborn y luego corrió hasta su habitación en busca de su anorak.

Rubén deslizó la puerta del ropero buscando algo que animará su acostumbrado atuendo, consistente en unos unos pantalones de estilo "pans" y una playera de manga larga.

Pero necesitaba añadir algo de color y volvió a rebuscar dentro del ropero. ¿Dónde estaba? ¿Dónde estaba el...?

En cuanto comprendió lo que estaba buscando lanzó un gemido de dolor. Él había comprado para si el blazer azul pero se lo había prestado a Lanita. Y ella lo llevaba puesto cuando fue asesinada.

Rubén cayó abatido sobre la cama, anonadado por un repentino sentimiento de culpa. ¿Era incorrecto salir con Reborn cuando Lanita acababa de morir?

Respiro profundamente para dar tiempo a aquel sentimiento torturante desapareciera de su ánimo. Luego regresó al ropero y escogió una bufanda de color negro para protegerse el cuello. Cuando regresó al estudio todavía pensaba en Lanita.

Reborn continuaba allí sentado, mirando distraído hacia la pared desnuda. No pareció darse cuenta de que él había regresado.

«¿En qué estará pensando con tanta concentración?», se preguntó.

𝐓𝐡𝐞 𝐍𝐞𝐰 𝐆𝐮𝐲 ¡! [Ruborn]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora