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Rubén tuvo la impresión de que el pecho le iba a estallar.

Ya no podía contener por más tiempo sus gritos.

«Tengo que salir de aquí — pensó —. ¡Tengo que salir!»

Luchando contra el pánico que lo dominaba, cogió el pomo de la puerta y empujó.

La puerta no se abrió.

Un gemido de terror escapó de su garganta.

El cabello húmedo volvió a rozar su rostro.

Empujó la puerta y volvió a hacerlo una y otra vez.

— ¡Alguien abra la puerta, por favor! ¡Alguien ayúdeme! — trató de gritar, pero el terror sofocaba sus palabras.

¿Se habría atascado la puerta? ¿Estaba encerrado allí adentro?

¿Encerrado con un cadáver?

Rubén emitió un grito desesperado y se lanzó hacia adelante golpeando con el hombro la puerta... que finalmente se abrió.

Salió dando tumbos al pasillo.
Y el mechudo cayó a su lado.

Lo miró boquiabierto. Se trataba de un mechudo, aunque su madre solía llamarle "greñudo" o algo así, de los que se utilizaban para limpiar los pasillos.

No era un cadáver. Era un mechudo.

— Esto es culpa de Reborn — murmuró para sí mismo, esperando a que su propia respiración se normalizara —. Me ha aterrorizado hasta tal punto que imagino cadáveres por todas partes.

Todo su cuerpo temblaba inconscientemente.

«Jamás volveré a sentirme sereno — pensó entonces —. Jamás.»

Todavía jadeando se encaminó a las oficinas, recogió allí su mochila y se dió prisa por regresar a su casa.

.       .      .    ⁽⁽ଘ( ˊᵕˋ )ଓ⁾⁾.       .      .

El teléfono sonó tan pronto como Rubén cerró la puerta tras de sí.

Miró hacia el reloj de la cocina y comprobó que eran casi las cinco.

«¿Dónde están mis padres? — se preguntó —. Supongo que todavía están trabajando.»

Cogió el auricular del teléfono de la cocina.

— Residencia Doblas, ¿con quién tengo el gusto?

— ¡Rubén, soy yo, Sara! — La chica parecía entusiasmada, casi sin aliento.

— Hola, Sara. ¿Qué sucede? — preguntó Rubén mientras sacaba una lata de refresco de la nevera.

— Rub... he encontrado una prueba — dijo Sara —. De verdad, he encontrado una prueba.

— ¿Qué? — preguntó Rubén confuso.

— Voy para tu casa, enseguida llego —dijo Sara —. Te conduciré allí y te lo demostraré. ¿De acuerdo, Rub? Y luego, y luego podremos llevarlo juntos a la policía... ¿qué me dices?

— ¡Por dios Sara, cálmate! — gritó Rubén para luego suspirar y con un tono más suave y amable continúo —. ¿Qué es lo que llevaremos a la policía?

— ¡La prueba que he encontrado! — repuso Sara sin aliento y en tono estridente.

— ¿Prueba? ¿Que prueba? Por dios, Sara. No te entiendo nada. ¿De qué estás hablando? ¿Por qué estás tan emocionada?

𝐓𝐡𝐞 𝐍𝐞𝐰 𝐆𝐮𝐲 ¡! [Ruborn]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora