Prólogo

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Día 1

—¡Profesor! —Lo llama mi compañero el inoportuno alzando la mano, cuando la clase ya ha finalizado y todos deseamos irnos a casa.

Rápidamente mis compañeros comienzan a abuchearlo y quejarse, además puedo notar como algunos ruedan los ojos fastidiados y algunos otros regresan a su asiento y tiran la mochila al piso. Yo, simplemente presto atención, quizás su duda sea algo importante, aunque lo dudo.

—¿Qué pasa? —cuestiona el profesor, girando sobre sus talones para mirarlo.

—¿Qué opina sobre el laboratorio que se instaló en el condado? ¿Qué clase de experimentos cree que están haciendo? —Pregunta Gregory sumamente interesado. Reprimo una risa y niego divertida. — Yo pienso que están creando un virus—Agrega.

Ahora sí, me permito maldecirlo en la mente. ¿Esa es su duda? ¿Algo que no tiene nada que ver con la clase?

Es viernes, tres de la tarde. Universidad de Filosofía y Letras, carrera de Ciencias del Lenguaje. Me quiero ir a mi casa y Gregory pregunta semejante estupidez.

—No opino nada sobre el laboratorio Greg. —responde el profesor evidentemente irritado. — Y me encantaría que tu entusiasmo e intriga por esos científicos fuera igual en cuanto al examen del lunes.

—Ah no. —anuncia Gregory ruborizado. —De eso no tengo dudas.

—Pues debería. —Replica el profesor molesto y da un suspiro de cansancio. —Pueden ir saliendo, nos vemos el lunes para la prueba, estudien jóvenes.

A los pocos minutos el aula queda vacía. Doy un largo suspiro de cansancio y alzo mi mochila colocándola sobre mi hombro. Me voy a casa, por fin, después de un largo y tedioso día de clases.

Salgo de la universidad y camino por la calle quemándome la cabeza a causa de los intensos rayos de sol. Repaso en mi mente los mil pendientes que tengo este fin de semana, entre ellos, estudiar como una loca para el examen final de Semántica y la cena que tengo con mi novio por nuestro aniversario.

Estoy nerviosa, el semestre está cerca de terminar y necesito sacar buenas notas. El examen promete ser difícil.

También tengo que organizar una cena de aniversario con un día de anticipación. He tenido tantas cosas que hacer y olvidé por completo que cumplo un año junto a Joel.

Giro a la derecha y trato de caminar un poco más rápido. Hace demasiado calor y ansío llegar a casa a comer lo que haya cocinado mi madre.

El chirrido de unas llantas sobre el asfalto me saca de mis pensamientos. Un auto pasa a mi lado a una velocidad impresionante. Ese maniaco podría ocasionar un accidente.

Sigo mi camino y freno de golpe cuando un grito ensordecedor se escucha cerca. Me quedo quieta y mi corazón comienza a acelerarse. ¿Acaso había pasado algo? Miro a mi alrededor y la calle está vacía, tan vacía que da miedo.

Avanzo unos cuantos metros y de nuevo, por la calle, pasan cuatro vehículos a la misma velocidad que el auto anterior. Pero esta vez, los autos son patrullas policiacas que suenan las sirenas de forma escandalosa y que te ponen los pelos de punta.

Algo estaba pasando, esto no era normal. Bentonville, el condado donde vivo siempre ha sido tranquilo. De vez en cuando se veía una patrulla dando rondines por las avenidas. Las calles no son muy transitadas, salvo casi al anochecer, cuando las personas regresan de sus trabajos a sus casas.

Unos nuevos gritos me ponen a temblar. Del lado contrario de la acera, una mujer corre aterrorizada y después le pierdo el rastro cuando se adentra en un callejón.

SURVIVORS |C.V.| TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora