32. Infestación

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Roxanne:

—¿No iras a trabajar?.—Me he tomado un par de minutos para avisarle a Benedic que se vaya sin mi.—¿Pasa algo?

—Un pequeño problema de infestación.

Benedic alza las cejas con sorpresa y las vuelve a bajar.—¿Infestación? ¿Qué es? ¿Roedores? .—Pregunta algo pálido.—Nina tiene una gata y..

—Nada de eso.—Menciono riendo.

Es peor que una rata.

—Tengo que solucionar esto.—Agrego.—¿Te veo en el bar? Esta noche tocas ¿No?

—Sí, esta noche.

Sonrio.—Ahí estaré.

Me inclino hacia él y con las manos sobre la musculatura de sus hombros, sello mi boca sobre la suya.

Me muerdo el labio y retrocedo dejando atrás mis ganas. Benedic se despide de mí, arranca el coche y yo tomo un respiro profundo antes de dirigirme de regreso a mi casa, donde me espera mi madre.

—¿Ese era Thomas?.—Pregunta una vez que he cruzado las puertas. —Se ve muy diferente Roxanne.

Mi madre mantiene una sonrisa despreocupada en el rostro, mientras agita las llaves en sus manos y me las extiende. Voy hacia ella y las recibo, aquí es donde me arrepiento de haberle dado una copia de la llave, pero aunque no es justificación, siempre hice cada cosa que ella esperaba o quisiera de mí.

Siempre deseaba que estuviera orgullosa y deje que me moldeara a su manera.

Ignoro la burla hacia Benedic y pregunto.—¿Qué estás haciendo aquí?

—¿Es la manera de recibir a tu madre? .—Me suelta juntando las cejas.

—No te esperaba aquí.—Menciono, no esperaba mientras arreglo mi situación con mis hijos.—Tengo mucho trabajo, así que...

—Estoy segura que puedes hacerlo de lado esta noche ¿No? Porque tu madre esta aquí y vino de tan lejos para verte.

Suspiro.—¿Esta noche?

Se pasea por mi sala, destacando mi mal gusto y lo triste y deprimente que se ve la casa desde que mis hijos y Thomas se fueron.

Bueno, concuerdo con eso último.

—Entonces... Ponme al día.—Me exige.—Ya que debo venir hasta aquí para enterarme porque no puedes enviar un solo mensaje, Roxanne.

Me cruzo de brazos.—¿Y qué esperabas de mí?

Sonríe arrogante.—¿Mis nietos cómo están?

—¿De verdad te interesa, madre?

—Son mi familia ¿No? Deseo saber si ya se curaron de su absurda enfermedad de género.

—No, mamá, no se curaron.—Aprieto los dientes.—Tus nietos siguen iguales y no quiero seguir hablando de eso.

Ella encoge los hombros.—Yo que tenía la ilusión de verlos, pero esto es culpa tuya, desde que nacieron te dije pon mano dura, pero fuiste blanda y mira cómo te salieron, defectuosos.

—Mamá.

—De haberse criado conmigo..

—Pero no sucedió así.—Le interrumpo.—Yo soy su madre.

—Y por eso creí que sabrías manejarlo.—Ella sonríe y niega.—Conozco a la hija que crie, la que yo elabore y convertí en lo que eres ahora.

—¿Eso soy... ? ¿Tu experimento?

—Y fuiste el mejor.

—Mamá, de verdad tengo mucho tra...

Los sesenta es solo un númeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora