pretty woman •vsoo•

𝓮𝓵𝓮𝓿𝓮𝓷

Sus respiraciones estaban cada vez más cerca, sus pechos más juntos y sus ganas de comerse la boca soprepasaban cualquier límite, pero algo tuvo que arruinar el momento y eso fue las palabras de Jisoo.

— Sigue así y te daré otro golpe en la cara—. Susurró, demasiado cerca de sus labios. Lo que dijo sonó algo provocador para ambos, por eso Jisoo quiso cambiar su significado con lo siguiente.

— ¿Así que eso es lo que tengo que hacer cuando te estés portando como un idiota? ¿Hablar de otros hombres para que me dirigas la palabra y no finjas no conocerme? — Taehyung tragó grueso ante las duras palabras que chocaban contra su rostro. — Seguiré entonces. Besé a Haein, si. Y puedo garantizarte que lo hace como los putos dioses, él ha sido el mejor beso que he recibido en mi vida.

— Repitelo hasta que tu misma lo creas—. Ahora era él quien respondía, con su característica voz grave y aire de superioridad, aquella sonrisa ladeada le daba el toque perfecto.

La más baja soltó una risa seca y brusca, más ninguno se había alejado, seguían tan juntos como querían.

— Creo que jamás lograre entenderte— quiso comenzar a concluir—, o eres un coqueto, o un completo ignorante o un caliente de mierda, pero jamás demuestras lo que en verdad quieres conmigo.

— ¿No te lo dije ya? Quiero quitarte ese vestido.

Jisoo negó, más serenamente.

— No, yo se que no quieres eso...

— ¿Seguro que viste a Jisoo venir por aquí?

Una conocida voz hizo que se pusieran en modo alerta.

—Eso me dijo Jimin, si no es así vamos a buscarla abajo.

Se alejaron al confirmar que eran Lisa y Seulgi quienes buscaban a la mayor. Sin querer pasar por un momento vergonzoso  Jisoo se decidió por salir antes de que los encuentren juntos.

— Espera—. Tomó su brazo antes de que ella fuera expuesta en la luz.

Jisoo frenó, haciéndole caso. Lo miró, él solamente negaba con su cabeza mientras tartamudeaba un par de cosas sin sentido, era más que obvio que intentaba decirle algo pero aquellas palabras jamás salieron de su boca, así que la pelinegra, exhalando ya sin esperanza, quitó la mano del menor, zafandose suavemente y le susurró como despedida antes de encontrarse con las idols.

—Feliz cumpleaños, Tae.

El chico solo alcanzó a ver como se alejaba rápidamente. Sus pies le cosquilleaban, dándole más de una señal de que debería ir por ella.

Pero, tristemente, se acobardó.

No pudo decirle que, la razón por la que estaba actuando así, era porque le gustaba.

Ahora supo cuanto.