(5) St. George's

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[glosario]

Black cab: Taxis negros que son muy famosos en la ciudad de Londres.

Dolce follia moderna: La dulce locura moderna.

Cluedo: Mejor conocido como Clue en el continente americano, es un juego de mesa de detectives y misterios.

Panini al prosciutto: Bollos o sándwiches de jamón. 

Ballroom: Salón de baile.

Teleromanzo/Teleromanzi: Telenovela/Telenovelas.

Arvèisse, cerea: Dialecto piamontés para decir adiós, buenas noches. 

Nonno/Nonna: Abuelo/Abuela. 

Golly gosh!: Manera informal, dramática y anticuada de expresar sorpresa o incredulidad. Esta expresión se considera propia de la gente posh, concebida por los británicos como gente elegante y de clase alta.

Chérie: Francés para cielo, amor, querida.

[fin del glosario]



       El Boeing 737-400 aterrizó en el aeropuerto de Heathrow a la una y diez de la tarde de Londres. Minutos después del aterraje fueron avanzando por el pasillo, los pasajeros dispuestos al desembarque.

      Superados los controles de rutina de llegadas, Amber guardó los pasaportes e intercambió a libras esterlinas todos los euros en efectivo que se había llevado de Buolloromo. Más tarde, en el paradero de taxis en la Terminal 3, trató con el conductor de un black cab pues St. George's, al sur del aeropuerto de Heathrow, quedaba fuera del límite del Gran Londres.

      Amélie y Émilie pegaron la nariz a las ventanillas, impresionadas por la abismal diferencia que Buolloromo presentaba con el sitio nuevo. Tantas personas juntas, un vasto cielo gris, aquellas torres altísimas en el horizonte que hiciéronlas estremecerse sobre el asiento...

      Rodaban las ruedas del taxi por Stanwell Moor Road, justo a la altura del embalse del Rey Jorge VI, cuando un rumor de suelo abriéndose surgió desde el estómago de Émilie.

       —Disculpe, buen señor —comenzó Amber en voz suave, trabando miradas con él por el retrovisor—, lo lamento si es molesto pero, ¿sería tan amable de llevarnos a algún sitio donde podamos comer algo? —Y dedicó al hombre tal sonrisa, que él no acertó a hacer otra cosa que devolvérsela.

      —¡Claro! Podemos desviarnos y seguir hacia Staines, ya sabe. Elmsleigh es un lugar muy agradable y queda enseguida.

      Quedose él, en el aparcamiento inmediato sobre South Road. De aquí no me muevo, señoras, aseguró dichoso a través de la ventana abierta. El dinero pone contentas a las personas: eso pensó Amber la del billete de veinte libras menos quien, a continuación, cruzó South Road con sus hijas para poder acceder al centro comercial.

      Inmersa de nuevo en esa, su antigua dolce follia moderna, la madre se jaló las solapas a la altura del pecho del vestido, largo de rigor en las mujeres de Buolloromo. Y, al intercambiar Amber otro pestañeo con su hija mayor, las dos comprendieron a un solo tiempo que recordaban a los sacos de patatas en exhibición en el miercolesino mercado del pueblo que acababan de abandonar.

      —Compremos algo de ropa después de comer, ¿les parece?

      Sobró la respuesta de una, pues la otra no escuchó. A Émilie fue menester irla sacando de las tiendas a las que se lanzaba dentro en entusiasta esprint. El bonito centro comercial de cristalíneo techo, bullente de actividad y vida, fue una experiencia inolvidable de primeras veces para una rubia ragazzina y sua sorella maggiore.

[B3rm3llon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora