[glosario]
Lucky, so lucky!: ¡Afortunada, tan afortunada!
[fin del glosario]
Hubo un tiempo en el que evocaba y me planteaba si, de verdad, había ocurrido.
(Y luego, «resolvías» que no y fingías lo olvidabas por completo).
Últimamente... No duermo bien desde hace quinientos noventa días. Es cerval mi terror a la negrura.
Nunca sé si estaré bien, mañana, anteayer, u hoy.
(lucky, so lucky!)
Cuando menos me doy cuenta, ya voy a medio camino. Con la boca cosida, las manos atadas, el cepo a la distancia en la tarima, esperando. Me. A mí.
Dicen aquellos, los piadosos, que una lo hace lo mejor que puede. Hace con los recursos con los que cuenta. Existe acorde a sus posibilidades. Yo fui, hice, lo mejor que pude. Mi niña es la prueba...
Dios sabe que jamás quise que el alquitrán, nuestra pimienta... No necesitabas de su salpicón, Amber, y no te hacía falta aquella hedencia impregnándosete hasta el alma. Te protegí. Hice un buen trabajo. Salvándote. Puse los brazos en cruz e ignoré el golpe y filo de los clavos astillándome los huesos.
Mis salvajes juergas con el alcohol. No son la opción civil por excelencia. Tampoco lo es, el fingir que no tengo una hija a la que le preocupo.
Mas soy la duquesa. Mi pimienta hace estornudar. Estoy de mal genio. Es mejor que no se acerque nadie. La Reina me ha invitado al juego. ¿O soy yo, la Reina? Porque quiero arrancarme la cabeza. He ordenado que le arranquen la cabeza a tu-
Oh, Ames, ma chérie... Tampoco quise que tú recibieras el salpicón de nuestro alquitrán. Son la prueba, mira, mis mordidos dedos.
Esta es mi desesperación.
(Mama).
Amber me busca en el cuarto de huéspedes en donde no estoy. Me desaparecí de ahí en mitad de mi vigilia. El lecho de Ames me abriga ahora. Toda la noche he intentado no mirar el horrendo biombo. Toda la noche le he pedido disculpas a su almohada.
Es una desgracia que yo siga viéndote en el horrendo biombo. Es una fortuna que su almohada no sea ella. Si la almohada fuera Ames, no estaría pidiéndole que me perdone.
Estaría fingiendo.
(Mama, ¿qué...? ¿Dormiste bien?) Asiento con la cabeza, soy una absurda. Amber es una mujer muy inteligente, siempre lo fue. A veces pienso, Billy, que nuestra hija se quedó con toda la sensatez que a ti y a mí nos hizo falta.
Lo siento, cielo. Estoy siendo injusta contigo. Otra vez. Tal vez. No. No lo sé.
(El desayuno está listo).
Mi hija intenta convencerme con el argumento de que Massimo ha elaborado un desayuno completo. Mi preferido. Antes de podérselo impedir yo, antes de poderle contestar algo referente al huevo o los frijoles horneados, ella me envuelve en un fuerte abrazo que me torna estatua sobre el colchón de Ames.
Los brazos de Amber en torno a mi cuerpo... Ni siquiera recuerdo cuándo fue la última vez que los sentí así. Es curioso. El cariño y calor de la hija que no me merezco me hace sentir menos como la bruja que hace que estallen, envueltas en llamas, las plásticas huellas de sus crímenes.
ESTÁS LEYENDO
[B3rm3llon]
General FictionAmélie Simone Batrezzio, de dieciocho años, ha superado sus problemas y conflictos de cría porque aprendió a no pudrirse por dentro con las palabras no dichas. Dejó de creer en el infierno del lore católico al que, en su infancia, pensó que iría por...