Cuando Athenea entró al salón y vio a Hermes conversando con Apolo mostrándole su libro con una sonrisa de oreja a oreja su molestia aumento a niveles inimaginables. Estaba dispuesta a matarlo, literalmente.
«Ese idiota. Lo voy a matar, lo voy a matar», se repetía mientras se acercaba al par que lo único que hacían era hartarle la paciencia desde que los conocío.
—¡Oh, Aty! Llegaste —le dijo Apolo a manera de saludo con una sonrisa; sin embargo, lo ignoró y miro al culpable de su instinto asesino.
—Hola, Aty —le dijo Hermes con una sonrisa socarrona.
—Devuélveme mi libro —ordenó Athenea.
Hermes la miró con cara de pena fingida— ¿Cuál es la palabra mágica?
«Palabra mágica los calzones de tu abuela».
—Devuélveme mi libro.
—Mal, Aty, mal. La educación va primero, además por qué lo haría—cuestionó con sorna.
—No sé, quizá por qué me lo robaste —le respondió Athenea tratando de quitarle el libro, pero fallando en el intento.
«Maldito. No te tiro porque tienes lo más preciado para mí en tus manos», pensó.
—Robar es una palabra muy fea —dijo Hermes en con un jadeo de indignado fingido— Se dice tomar prestado —agregó con una sonrisa— Mejor aún, tú me lo prestaste.
—¿Se puede saber cuándo te lo presté? —le preguntó Athenea atónita por lo que el chico había dicho con total descaro.
—Cuando dejaste tu mochila medio abierta, me invitaste a tomar lo que quisiera de ella —le respondió Hermes.
Athenea parpadeo varias veces asimilando lo que el chico frente a ella le estaba diciendo.
—Estás loco.
—Me alagas, pero ese no soy yo. Ese sería Dionisio —le señaló con un tono muy seguro de sí mismo.
En ese momento Athenea ni siquiera se molestó en sorprenderse por el nombre, tenía algo más importante en mente.
—Dame mi libro —ordenó nuevamente a Hermes, pero el muy descarado parecía dispuesto a seguir en guerra.
—No.
—Dame mi libro.
—No.
—Dam...
—Dale su libro Hermes o te venderé a Hera —dijo Artemisa llegando a su carpeta acompañada de Hefesto—Hola, Athenea —saludaron ambos.
—Hola —les respondió antes de volver a Hermes con màs confianza— Mi libro —ordenó y el chico mirando sobre ella con un suspiro le entregó su libro.
Artemisa tenía poder en ese salón con ellos, unpoder que respetaba... Y porqué no, en esa oportunidad aprovechaba.
—Chantajista —le dijo a Artemisa que lo ignoro olímpicamente— Mínimo un gracias, ¿no?—agregó para Athenea que hizo lo mismo que la pelinegra girando se a los recién llegados.
—Gracias.
—De nada —le respondió a Artemisa.
—Bueno, me tengo que ir a mi salón. No olvides lo que hablamos —le dijo Hefesto a Artemisa antes de irse.
Athenea lo siguió hasta la puerta con su libro en la mano. Ni loca lo soltaba y dejaba que Hermes lo volviera a coger.
—Hefesto —dijo atrayendo su atención.
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Athenea [Olímpicos mortales #1]
Fantasy"¿Qué pasaría si los dioses griegos se convirtieran en simples mortales?" Ante el continuo desvanecimiento de los dioses, los olímpicos deben tomar una decisión: convertirse en humanos o afrontar el fin de su existencia. Corriendo el riesgo de que...