Athenea estaba a nada de matar a la primera persona que se atravesará en su camino y terminará de cabrearla.
Era jueves y había tenido una semana jodidamente estresante por dos motivos.
El primero, Artemisa no dejaba a Apolo ni a sol ni a sombra, por lo que, no podía preguntarle acerca de lo que él había investigó sobre la relación de la muerte de sus padres con la de los demás del grupo, y eso era porque Athenea no quería perder a Artemisa como su aliada teniendo en cuenta sus enfrentamientos con Jellyfish.
Lo que la llevaba al segundo motivo que la tenía molesta. La chica se había tomado más que personal el hecho de que Athenea no cayera ante sus juegos y buscaba cualquier pretexto para hacerla quedar en ridículo, lo que siempre le salía mal y era ella quien terminaba mal parada.
«Esto tiene que parar», pensó Athenea de camino a su casa, sola.
Por primera vez en mucho tiempo iba sola a su hogar y aquello la hacía sentir un vacío, no lo admitiría en voz alta, pero se había acostumbrado a su extraño grupo.
Estaba tan ensimismada que no se percató del auto que la seguía hasta que se detuvo al lado de ella haciendo sonar su claxon.
Cuando vio bajar a Hermes del asiento del copiloto caminando hacia Athenea del auto de Afrodita la chica se preguntó qué mal había hecho para que ambos se le aparecieran justo en ese momento.
—Hola, Aty —saludo el chico con una sonrisa.
—Hermes ¿Qué sucede? —le preguntó yendo directo al grano, no tenía paciencia en ese momento para irse por las ramas. ¿Aunque alguna vez la tenía?
El rubio le dio su sonrisa burlona de siempre ante su respuesta.
—Verás, mi amiga allí —dijo señalando el auto de Afrodita— Necesita ayuda con su clase de latín y pensé que tú podías hacerle ese favor.
Athenea espero unos segundos a que le dijera que aquello era una broma y le diera el verdadero motivo de estar hablando con ella en ese momento; sin embargo, cuando Hermes no agrego nada más la incredulidad la golpeo como un camión sin frenos.
—¿Quieres que le enseñe a alguien a quien no le caigo bien? —le cuestionó al chico que se limitó a encogerse de hombros.
Bueno, era Hermes.
—Eres la mejor opción —le señaló— Además pedirle ayuda a Artemisa es... Bueno, que ellas estén juntas en una habitación no es sabio.
—¿Y crees que conmigo si lo es?
—Entre Guatemala y Guatepeor, Guatemala es mejor —le respondió el chico riéndose de su "chiste".
—No es gracioso.
—Amargada —y aunque lo había dicho en un susurro Athenea lo escuchó y soltó un suspiro cansado mientras analizaba la situación.
Podía negarse y darse la vuelta, enseñarle a Afrodita podría significar agregar un dolor más de cabeza de los que ya tenía, pero a la vez podía ser beneficioso para ella.
La pelirroja era parte del grupo de Hera y Athenea podía obtener información de primera mano acerca de la chica. Por otro lado tendría la oportunidad de aclarar el asunto de sus malas miradas y quizá, sólo quizá, conseguir una aliada más.
«Con la que Artemisa peleará en cada oportunidad», susurró su inconsciente.
Opciones, opciones, opciones y decisiones que tomar.
—Te propongo un trato —le dijo Athenea a Hermes.
—Ella es quien quiere el favor —le señaló el chico y Athenea rodó los ojos.
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Athenea [Olímpicos mortales #1]
Fantasía"¿Qué pasaría si los dioses griegos se convirtieran en simples mortales?" Ante el continuo desvanecimiento de los dioses, los olímpicos deben tomar una decisión: convertirse en humanos o afrontar el fin de su existencia. Corriendo el riesgo de que...