Athenea cambio de idea acerca de ir al instituto al día siguiente. No quería pararse de su cama, después de dos días de haber llegado al pueblo, los cuales solo desempaco las cosas de la mudanza se encontraba agotada físicamente.
—¡Aty, avanza que llegaremos tarde! —escuchó gritar a Mina desde el primer piso.
«Malditas responsabilidades», pensó parándose para alistarse y coger su mochila antes de bajar y desayunar con su madre que se había levantado muy temprano para poder estar lista a tiempo, algo que apenas tenían por su demora.
—Ya estoy — le dijo a su madre cuando llegó al primer piso.
Mina, estaba vestida con el uniforme del colegio donde enseñaría contrario a Athenea que iba de manera casual ya que su instituto no tenía un uniforme establecido.
—Vamos —ordenó su madre suavemente tomando las llaves de la única repisa de la sala.
Durante el camino Athenea fue escuchando música para relajarse y no pensar la rutina que tendría que pasar al ser la nueva ingresante a mitad de año.
«Lo único bueno es que aquí nadie sabe nada de mí», se animó.
Athenea ya tenía planeado como iba a actuar para evitar ser el centro de atención tal como lo había sido en París por lo que si bien pensaba seguir estudiando y siendo la mejor trataría de mantener un perfil bajo.
— ¿Estás nerviosa? — le preguntó su madre atrayendo su atención.
Athenea se encogió de hombros restándole importancia.
—No, no estoy nerviosa —le respondió.
Mina le regalo una sonrisa cariñosa negando. Claramente su madre no le creía por lo que rodo los ojos.
—¿Y tú estás nerviosa? —le preguntó Athenea de vuelta.
—No, no lo estoy —respondió Mina con una risa ligera— Tengo esperanza que nos vaya bien aquí —dijo, y no se perdió el sentimiento en su voz.
Esperanza. Algo tan voluble y fácil de romper.
¿Qué tanto podrían mantenerla mientras construían una vida ahí?
—Sí, yo también —pero que a pesar de todo Athenea sentía.
Diez minutos más tarde Mina aparco la camioneta frente a su nuevo instituto.
Athenea se quedó mirando desde su asiento el nuevo lugar donde estudiaría y pasaría la mitad de su tiempo.
El instituto abarcaba casi toda una cuadra. Estaba rodeado de un reja de aproximadamente dos metros de alto con un edificio en el centro que tenía las paredes estaban pintadas de color gris y azul, con cuatro ventanas en cada piso de aproximadamente tres metros de largo y uno de alto. También había alrededor varias áreas verdes y bancas además de un pequeño cafetín con mesas y sobrillas.
—Es lindo —comentó Mina mirando el edificio.
—Es tranquilo, va con la pueblo y con lo que buscamos —respondió Athenea— Bueno, me voy —dijo saliendo de la camioneta y yendo al lado de su mamá— Suerte en tu primer día —se despidió dándole un beso en la mejilla.
—Igualmente —le respondió Mina poniendo en marcha la camioneta.
Athenea se giró y miró con atención a las personas que se encontraban en el lugar frente a ella.
Varios chicos iban corriendo de un lado a otro saludándose de manera efusiva mientras que otros solo pasaban de largo.
También vio a grupos, que podía identificarlos como la élite ya que se notaba el poder que tenían sobre los demás, por donde quiera que estuvieran los demás se acercaban a saludarlos.
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Athenea [Olímpicos mortales #1]
Fantasía"¿Qué pasaría si los dioses griegos se convirtieran en simples mortales?" Ante el continuo desvanecimiento de los dioses, los olímpicos deben tomar una decisión: convertirse en humanos o afrontar el fin de su existencia. Corriendo el riesgo de que...