Capítulo 7

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Los días restantes de esa semana fueron una misión de recolección de información y reconocimiento para Athenea, y cuando pensó por fin que ya nada podría sorprenderla se equivocó totalmente.

Nunca durante su tiempo en ese pueblo pensó que las personas de ahí estuvieran tan locas como para llamar a sus hijos no sólo como varios personajes de la mitología griega sino también como algunos villanos y mounstros.

«¿En qué estaban pensando?» Se cuestionó Athenea cuando Hefesto, quién se había vuelto alguien cercano a ella, le dijo que una recién llegada se llamaba Circe, una loca que se dedicaba a convertir en animales a quien se le antojaran.

«¿Y eran los dioses diferentes?» Cuestionó una vocecita en su cabeza haciéndola negar sus locuras. Ella solo tenía que ir en sintonía con lo que pasaba a su alrededor y seguir ignorando la mayoría de cosas extrañas, o al menos eso pensaba, hasta aquel miércoles en el que el moreno la sorprendió a la salida repitiéndole nunca, jamás, en su vida se acercará a las Eris.

—Ya sé que no debo cruzarme con ellas, me lo dijiste el primer día —le recordó— ¿Por qué lo vuelves a decir? Y ¿Por qué te ves como si hubieras visto a un demonio? —le preguntó sorprendida por su cambio de actitud.

Hefesto la hizo caminar más rápido alejándolos a ambos del colegio, ya que ese día no los acompañaba Apolo y Hermes porque se habían metido en problemas y Artemisa debía salvar a su hermano, de nuevo.

Cuando estuvieron lo suficientemente lejos el chico se detuvo y la miró con genuina preocupación.

—No te asustes —le advirtió a Athenea.

—No me asusto —le respondió seria.

Algo en sus huesos le decía que la información que iba a decir no le gustaría, Hefesto no era Apolo o Hermes que solían exagerar por todo.

—Hace un par años llegó una chica nueva aquí al pueblo —empezó diciendo— Ella era... Es, linda y atraía a varios chicos.

—¿Afrodita? —preguntó Athenea, pero Hefesto negó.

—No, ella nació aquí en el pueblo.

—Okey ¿Entonces quién?

—Jellyfish.

—Un nombre raro no me dice nada, Hefesto —le dijo Athenea sin entender.

—A veces me olvido que eres nueva aquí —Sí eso se notaba y casi siempre sucedía, en especial si estaban en grupo— Hace un año hicimos una feria en honor a la cultura griega —le contó.

—Ya...

—Y teníamos que representar a los dios griego —prosiguió— Lo que fue fácil para los profesores asignar teniendo en cuenta que había personas con nombres de dioses griegos —Athenea asintió y lo apremio a continuar quería que llegará al punto de una vez, no era precisamente paciencia y Hefesto estaba dando muchas vueltas.

—¿Qué tiene eso que ver conmigo?

—Eras la única diosa que falta —le respondió Hefesto— Por lo que le ofrecieron el papel a Jellyfish.

—Y ella no quiso ese papel —supuso Athenea.

—Más que no quererlo, lo odio. Gritó que interpretar a Athenea era una vergüenza.

Ouch justo en el orgullo.

—Dijo que si había alguien con ese nombre debía agradecer no vivir en el mismo espacio que ella o sería una persona muerta —suspiró ante las palabras del chico conteniendo las ganas de masajearse las sienes.

Athenea [Olímpicos mortales #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora