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Después de la cena del día anterior con la señorita Erisson, lo último que Athenea pudo hacer fue dormir.
En una hoja aparte de su cuadernillo miraba fijamente los nombre de Jellyfish y Lidia Erisson plasmados. Sin embargo, por más que le diera vueltas al asunto no encontraba en sus estudios de Grecia acerca de dos personas que se llamaran así.
«No es cierto» susurró su inconsciente y Athenea quería apagar esa voz, quería olvidar la loca idea que se le había ocurrido.
— Aty —escuchó y se giró para encontrarse con Artemisa viéndola con preocupación— ¿Estás bien? —le preguntó la pelinegra.
—Estoy bien —mintió Athenea.
Sabía que su amistad con Artemisa aún estaba pendiendo de un hilo, y hablarle de lo que pensaba sería recordarle lo que su hermano sabía.
Artemisa no pareció creerle; sin embargo, no dijo nada al respecto.
—¿Vamos? —preguntó señalando la entrada y Athenea dirigió su mirada hacia allí.
Hefesto, Apolo y Hermes las esperaban en el umbral de la puerta del salón mirándolas con atención.
—Pasó. Hoy quiero quedarme aquí —respondió, además estaba el hecho de su discusión con Hefesto el día anterior y Athenea no tenía cabeza para lidiar con ello en ese momento.
—Podemos acompañarte — propuso Artemisa a punto de sentarse en una carpeta cerca de Athenea.
—No es necesario. Además quiero estar sola —necesitaba estar sola.
Artemisa no parecía querer ceder, pero al final asintió y se fue.
Por primera vez desde su llegada Athenea estaba completamente sola en un espacio del colegio.
«Y lo pediste aún con el peligro rondando cerca tuyo», se dijo mentalmente antes de negar volviendo su atención al libro.
«Viejos enemigos volverán». Se recordó y aún con toda la reticencia tomó su lápiz y al lado de Erisson escribió Eri, mientras que al lado de Jellyfish escribía Medusa, había tardado pero después de una traducción descubrió que esa era su nombre en griego o ingles, lo que fuera el caso mientras elegían el nombre de la chica.
Sintió como un peso se levantaba y otro se asentaba al escribir aquello sobre su libreta. Sabía que aquello era una locura; sin embargo, era mejor que nada.
—Ahora si tan solo pudiera descubrir quién es Lidia —susurro pensando que no importara cuán loca fuera la idea; sin embargo, una risa evitó que alguna idea empezará a formarse.
Ahí, de pie en la puerta de su salón estaba Jellyfish.
—Diablos — se quejó Athenea en voz baja analizando en cuestión de segundos todo a su alrededor.
—Hola, princesita —saludo la pelinegra con burla evidente ingresando y cerrando la puerta detrás de ella.
«Escape frustrado», pensó sin despegar la vista de la pelirroja.
—Parece que te dejaron solita —señaló con voz baja y un tono triste, pero la sonrisa satisfecha que tenía contaba otra historia.
—¿Qué quieres, Jelly? —preguntó Athenea yendo directo al punto.
No tenía ánimos para discutir con la pelirroja loca en ese momento.
—¿Qué quiero? —preguntó haciendo un gesto pensativo. —¿Qué quiero? —repitió antes de lanzarle una mirada envenenada — Quiero tu muerte.
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Athenea [Olímpicos mortales #1]
Fantasy"¿Qué pasaría si los dioses griegos se convirtieran en simples mortales?" Ante el continuo desvanecimiento de los dioses, los olímpicos deben tomar una decisión: convertirse en humanos o afrontar el fin de su existencia. Corriendo el riesgo de que...