Capítulo 21

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En el momento en que la envolvió la niebla Athenea sintió que estuvo a punto de perder la conciencia y caer de rodillas debido a la asfixia y llego a pensar por un momento, por un pequeñísimo momento, que había muerto y ni siquiera había podido luchar contra ello; sin embargo, toda esa sensación desapareció junto a la niebla.

Athenea no estaba sintiéndose al borde de la inconciencia o a punto de caerse, o morir, por el contrario ella estaba ahí de pie preguntándose qué demonios había sucedido y donde estaba.

El lugar parecía ser el pasadizo a un gran salón, como el de los castillos medievales, en los muros había imágenes parecían moverse por voluntad propia, aunque no todo estaba cubierto y podía observar el cielo estrellado que era completamente visible desde donde se encontraba.

—¿Dónde estamos? ¿Qué paso? —preguntó Athenea al borde del pánico.

Normalmente contralaba ese tipo de emociones, pero estaba agotada con lo sucedido el último día y pensar que tres ancianas la habían llevado a donde sabe dios por arte de magia la tenía nerviosa.

—Sigue tu camino y encuentra las respuestas que buscas —le dijo la anciana del medio.

Ok, era el momento de la verdad. Tenía miedo. Según las ancianas detrás de ella estaba a punto de saber todo lo que se había estado preguntado y estaba buscando.

«El conocimiento tiene un precio» esas habían sido las palabras de Artemisa y había estado dispuesta a pagar cualquier precio hasta que su mamá estuvo en peligro, hasta que casi matan a Mina por su culpa.

Basto el recordar a su madre golpeada para girarse y negarse a seguir, pero las ancianas ya no estaban, la habían dejado sola y sin oportunidad de regresar.

«Piensa Athenea, piensa», se dijo, tenía que haber una manera con la cual pudiera salir de ahí, pero cuando ninguna idea llegó a ella gritó de frustración justo cuando un grito mucho más fuerte opaco el suyo.

Aquel grito que escuchó fue tan aterrador que la hizo temblar; sin embargo, cuando no escucho ningún otro sonido Athenea la curiosidad gano y se fue acercando poco a poco hacia donde había escuchado aquel grito.

Cuando llego a un salón inmenso por acto reflejo trato de esconderse detrás de una columna mientras observaba a varios hombres y mujeres sentados alrededor de la habitación mirando a una mujer estaba parada en toda su altura de espalda a los demás luciendo imponente con la mirada fija a alguien frente a ella que Athenea no podía ver.

El silencio en el salón era mortal.

—Bienvenida al mundo, Atenea, diosa de la guerra, sabiduría, estrategia en combate, de las ciencias y la justicia —esas palabras hicieron que su corazón cayera en picada.

La mujer que estaba de espaldas se inclinó ante la persona frente a ella dejándole ver por primera vez quien era.

—Gracias, padre, Zeus, señor de los cielos.

«Esto debe ser una alucinación», pensó Athenea entrando en pánico; sin embargo, el salón despareció y ella cayó al vacío.

Por segunda vez pensó que era el final, pero no, esta vez -aunque con un poco de dolor por la caída que debió haberla matado- se apareció en un campo hermoso.

Athenea estaba casi segura de conocer ese lugar, pero no podía ubicar cuando o donde había estado ahí.

Estaba pensando en ello cuando el sonido de una batalla la distrajo y pudo observar a dos mujeres luchando con un fiereza única. Ellas eran guerreras natas y aunque cada golpe estaba destinado a ser mortal no parecía que ninguna tuviera la intención de dañarse.

Athenea [Olímpicos mortales #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora