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—¿Por qué tanto interés en mi vida, Jelly? —preguntó Athenea — ¿No tienes una propia de la que ocuparte? —agregó aun cuando sabía que no era lo más inteligente de hacer en ese momento, pero logrando su objetivo.
La pelinegra perdió la sonrisa en su rostro cuando escucho varias risas después de lo que preguntó, queriendo ir contra ella y pegarle, pero siendo detenida por sus secuaces.
El rostro de Jelly mostraba la furia que contenía.
«Eso, pierde los papeles», pensó Athenea.
—¿Tus secuaces te detienen de hacer lo que quieres? —cuestionó provocándola.
Hazlo, pensaba Athenea; sin embargo, su plan se vio frustrado cuando una de las chicas con las que estaba le recordó la revista en sus manos.
—¿Y a ti que te hizo huir de París? — preguntó Jellyfish un poco exaltada— Veamos —continuó diciendo mientras miraba la portada de la revist — La diosa de la sabiduría camina entre nosotros —recitó riéndose— Athenea Moreau, una joven prodigio con un coeficiente intelectual envidiable gana la olimpiada nacional de Francia por quinta vez —dijo antes de girar la revista y mostrar que su rostro estaba en la portada.
Athenea no quito la mirada de la pelinegra; sin embargo, prestaba atención a los susurros a su alrededor.
¿De verdad es tan inteligente? ¿Si es tan inteligente, qué hace aquí? ¿Quizá hacía trampa? ¿Por qué no demuestra lo que sabe en clase? Y más preguntas se hicieron en cuestión de segundos.
Jelly se mostraba satisfecha de haber causado revuelo y hacer a Athenea el centro de atención.
Así que, cuando sintió que una mano tocaba delicadamente su hombro se sorprendió al encontrarse con Afrodita a lado suyo, pero antes de que pudiera darle un pensamiento a ello sintió otra mano del otro lado donde vio a Artemisa dirigiéndole una mirada asesina a Jellyfish.
—Dinos ¡Oh, gran diosa de la sabiduría! ¿Qué haces en una ciudad abandonada como está cuándo podría estar en cualquier otro lado? — preguntó la estúpida Eri con burla evidente en su voz.
—Te respondería —dijo Athenea con una sonrisa calculadora.
La pelinegra podría haber dado un golpe, pero ella sabría cómo devolvérselo.
—Sin embargo, tú misma lo has dicho, soy una diosa —le recordó resaltando la última palabra— Y una diosa, jamás responde ante una simple mortal —agregó mirándola como si fuera una mota de polvo en su zapato.
Fue cuestión de segundos en los que Athenea apenas pudo reaccionar cuando la chica se abalanzó contra ella. Por suerte para ella tenía a Artemisa flanqueándola, empujando a chica devuelta a sus secuaces.
—¿Mala perdedora? — le cuestiono la pelinegra con una sonrisa sarcástica.
—Quédate atrás cazadora, esto no es contigo y la protección que tienes no te durará mucho —le gruñó Jelly— Menos con ella aquí —agregó señalando a Athenea.
Athenea nunca en su vida había peleado, pero estaba tentada a hacerlo en ese momento, sobre todo estaba a punto de gritarle que la tenían harta de escuchar la misma referencia de ellos siendo los dioses.
¡No lo eran!
Sí, admitía que había algo raro en todo lo que los rodeaba, pero eso podría verlo cualquiera con dos dedos de frente.
—Detente, Jelly —escucho decir a lado suyo a Afrodita que dio un paso al frente— Esta batalla a terminado —sentenció y Athenea se dejó llevar por esas palabras unos segundos antes de negar.
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Athenea [Olímpicos mortales #1]
Fantasy"¿Qué pasaría si los dioses griegos se convirtieran en simples mortales?" Ante el continuo desvanecimiento de los dioses, los olímpicos deben tomar una decisión: convertirse en humanos o afrontar el fin de su existencia. Corriendo el riesgo de que...