Capítulo 8

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Si había algo con lo que Athenea no podía luchar era con su insana curiosidad por saber más de todo.

Sabía que eso no siempre era bueno y sabio, un punto en contra a su similitud con la diosa con la que tanto la comparaban, pero algo dentro de ella siempre la empujaba a querer saber más y en ese momento quería saber de su padre.

Algo ilógico.

Nunca, durante sus dieciséis años le había dado dos veces un pensamiento al hombre que ayudó para que fuera procreada, ni siquiera cuando en su colegio le preguntaban por él o en las actividades del día del padre. Siempre evitó que su madre tuviera que incomodarse por el tema, ya que sospecho que era alguien que la había abandonado al enterarse que estaba embarazada.

Era sábado por la noche y ambas estaban cenando tranquilamente.

Athenea miraba a su madre y se cuestionaba si debía preguntarle sobre su progenitor o no.

Quizá se había equivocado al pensar que su padre había abandonado a Mina, quizá no.

«Solo hay una manera de saber eso», pensó Athenea.

—Quiero preguntarte algo.

Mina la miró con una sonrisa conocedora y sin sorprenderse por haberle hablado tan directamente.

—Se notaba —le señaló— Tenías esa mirada cuando estas pensando en algo y no tienes respuesta.

—¿Tan obvia soy? —preguntó.

—Soy tu madre debo saber esas cosas —le respondió— Y bien ¿Qué es lo que anda rondando en tu cabeza? —le preguntó su mamá confiada.

A ella le dolía esa sonrisa porque sabía que su pregunta podría destruir aquella paz.

—¿Qué pasó con mi papá? —le preguntó directamente a su madre.

La cucharada que Mina estaba llevando a la boca cayó en cuanto escucho su pregunta.

Pasaron minutos en silencio en los que Athenea analizó a su madre y le dolió la tristeza en su mirada.

Sabía que eso iba a pasar, pero lo que más le sorprendió fue encontrar el anhelo y sobre todo la culpa.

«¿Por qué?»

—Tú padre murió en un accidente —le respondió finalmente con la voz quebrada.

Athenea casi se arrepiente de haber preguntado, pero la respuesta de su madre se lo impidió.

«Una coincidencia».

—¿Qué tipo de accidente? —preguntó Athenea a Mina.

—Un accidente de auto —le respondió con un suspiro— Él... Él murió tres meses antes que nacieras —dijo Mina cerrando brevemente sus ojos.

«Dos coincidencias».

—¿Qué ocasionó el accidente? —preguntó Athenea sin perder la calma, aunque la culpa por el resentimiento infundado la estuviera carcomiendo.

Su padre no la había abandonado. Su padre si la había querido. Su padre murió sin tener la oportunidad de conocerla.

—Él estaba de regreso a casa después del trabajo —le respondió con un tono melancólico— Al parecer algo se cruzó en su camino e hizo desviar al barranco el coche en el que iba.

—¿Algo? —cuestionó Athenea— ¿Un animal?

—No lo sabemos —le respondió Mina con molestia— La policía nunca nos dijo nada más que el hecho que el impacto lo había matado y que no había nada fuera de lo normal.

Athenea [Olímpicos mortales #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora