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***
Cuando Athenea regreso al salón tenía bastantes dudas por lo que cuando vio a Artemisa sola en el salón dudo medio segundo antes de acercarse.
¿Qué podía perder?
—Artemisa —dijo llamando la atención de su compañera.
La pelinegra miro a Athenea como si hubiera esperado aquello y no le sorprendiera.
—¿Si? —le preguntó y señaló al asiento delante de ella.
Artemisa se encogió de hombros por lo que Athenea se sentó en el lugar de Apolo mientras decía— Necesito preguntarte algo.
—Dime.
Athenea debatió dentro de ella si debía resolver sus dudas. Muchas veces las respuestas no eran lo que esperaba y conociéndose si a ella algo no le cuadraba no iba a parar hasta tener una respuesta satisfactoria y que la convenciera.
—Acabo de conocer a Hefesto y al igual que tú y tu hermano dijo que yo era la que faltaba ¿A qué se refieren? —le preguntó directamente.
La chica se sorprendió y no dijo nada por unos segundos.
—Me sorprende que él haya dicho eso —le respondió Artemisa con un tono curioso— ¿Cómo fue que lo conociste? —le preguntó a Athenea evitando responder su pregunta.
— No quiso que me cruzara con un grupo de chicas —le respondió Athenea encogiéndose de hombros.
—¿Cuál?
—Eris o al menos eso dijo —respondió sin mucho interés.
—Entonces fue bueno que te cruzaras con él —le dijo— Esas chicas son parte del grupo de las personas más crueles que encontrarás.
—¿Por qué? —preguntó confundida.
Es decir, no creía que no hubiera personas malas, pero no tanto como para que otra se expresara así de ellas.
— Porque así como nosotros tenemos nombres griegos ellas también —Pero Hefesto dijo que odian a las personas con nombres griegos— , Además sus nombres las hacen creer que son nuestras enemigas mortales —le respondió Artemisa.
—Déjame adivinar —dijo hilando el tema— Una de ellas se llama Eris —supuso recordando que ese era el nombre de la diosa de la discordia.
—No —le respondió Artemisa— Pero hacen honor al nombre porque a donde van, hay problemas —le respondió la pelinegra.
—Suenas muy segura. Como si hubieras tenido una experiencia personal con ellas.
Athenea no tenía ninguna duda de eso. Nadie hablaba con tanta seguridad y molestia de alguien solo por qué si.
—Es porque la tuve, Athenea. Así que sigue nuestro consejo y no te acerques a ellas, evítate un problema —le aconsejó con un tono frio y sin poder responderle su pregunta principal debido a que el profesor ya había ingresado al salón.
***
Al finalizar las clases ese día Athenea no podía creer la situación en la que se encontraba.
Hermes, Apolo y Artemisa, quien aún a pesar de las quejas, estaban caminando junto a ella en dirección a su casa, o al menos una parte del camino. No es que a ella le hiciera mucha ilusión su compañía, en especial con el comentario de Apolo para convencerla.
—Debemos permanecer juntos, como lo hacían los dioses.
Okey. En primer lugar Athenea dudaba que eso hubiera sido así, en especial con los dos problemas con los que estudiaba, pero recordando las palabras de Artemisa sobre el grupo de Eris y ser consciente que podía ser un objetivo para ellas, creyó que era mejor andar acompañada que sola al menos hasta que supiera como eran las cosas en el instituto y la ciudad. Sin embargo, lo que más la sorprendió fue cuando al llegar a la salida del colegio se encontraron con Hefesto esperándolos.
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Athenea [Olímpicos mortales #1]
Fantasy"¿Qué pasaría si los dioses griegos se convirtieran en simples mortales?" Ante el continuo desvanecimiento de los dioses, los olímpicos deben tomar una decisión: convertirse en humanos o afrontar el fin de su existencia. Corriendo el riesgo de que...