Capítulo 4

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Unión de los cinco reinos

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Unión de los cinco reinos. Año 648 DCH (Después de la Creación de los Humanos)

130 años después de que la guerra terminara entre los humanos, cuando se alzaron los cinco reinos se entablaron leyes y una diplomacia para cada país.

En la unión de los cinco reinos, en donde un gran castillo se encontraba, se estaba llevando a cabo la reunión anual de los reinos. En aquel lugar se conversaban temas relacionados con la prosperidad de cada dominio. Si el heredero era el indicado o habría que elegir a uno más de entre los nobles o familiares más cercanos al rey.

La asamblea se llevaba a cabo sin ningún tipo de inconvenientes, trataban de que fuera lo más rápido posible para que cada rey volviera lo antes posible a su reino, después de todo, aun quedaban traidores a los que derrotar. Estaban en la espera de la ausencia del rey para así crear caos.

Cuando estaban por darle fin a la reunión, un extraño hombre apareció de entre las sombras, con su rostro cubierto bajo una gran capucha negra que tenía trazado un extraño símbolo de un brillante color dorado.

Se dirigió a los reyes más poderosos jamás existidos sin formalidades u honoríficos, diciendo los nombres de los emperadores como simples seres humanos colocándolos a todos al mismo nivel, no le dio importancia a la corona que se posaba en sus cabezas.

Los emperadores de los cinco reinos se encontraban pasmados y aturdidos, sus palabras desaparecieron de sus mentes y sus mandíbulas estaban por desencajarse y llegar al suelo.

Solo se permitía entrar a todo aquel que tuviera la marca correspondiente de cada reino. Los emperadores y sus manos llevaban la marca principal.

La mano derecha es el consejero y el hombre en quien más confía el emperador. La mano izquierda es el guerrero más fuerte del reino y líder de los caballeros. El castillo se encontraba protegido por una indestructible e impenetrable barrera mágica y solo aquellos con la marca pueden cruzarla.

Se cuestionan el ¿Cómo? y ¿Por qué? aquel extraño había podido cruzar tan poderosa barrera. No fue visto ni escuchado, ni siquiera percibidos por los guardias más habilidosos que se encargaban de la protección y seguridad del lugar.

Los reyes de los cinco reinos se miraban entre sí, sin saber que decir o hacer. Los tomo completamente desprevenidos

La imprudencia de aquel hombre ya estaba sobrepasando los límites y los emperadores estaban comenzando a demostrar su enojo. Miradas que podrían terminar con la vida de cualquier hombre, mujer o niño.

- Oh queridos reyes, - hablo el hombre como si venerara a los hombres delante de él, - simples mortales, codiciosos e hipócritas, - el tono cambio drásticamente.

Los reyes solo guardaban silencio sin hacer un solo movimiento. En el lugar solo se podían escuchar los pasos del extraño hombre.

- Que irrespetuoso he sido, - vuelve hablar el hombre al ver que todos guardaban silencio, - no me he presentado aún.

El hombre miro alrededor con una mirada distraída y furtiva, como si no quisiera que se dieran cuenta de sus movimientos. Los guardias se acercaban sigilosos en busca de una abertura para poder derribarlo y terminar con su vida.

- ¿Quién eres? – pregunto el emperador de Urla, - ¿Qué es lo que quieres? ¿Cómo entraste?

El hombre rio estrepitosamente.

- Tantas preguntas, su majestad.

- ¡Responde! – el rey ya se estaba impacientando.

- Por supuesto que voy a responder a sus preguntas, pero cuando sea el momento, - nadie en la sala entendía una mínima de las cosas que salían de la boca del desconocido.

- Por favor, ¿podrías responder, aunque sea una de las preguntas? – el rey de Anra hablaba calmada y educadamente, como siempre lo ha hecho desde que subió al trono.

- Si lo pide de esa manera, no tengo opción, - el hombre baja su capucha poniendo a todos en guardia. – Solo soy un simple hombre, mi rey.

El cabello blanco y los ojos grises con un pequeño tono rojizo, la piel pálida

- No pregunte eso – el rey de Ulra era conocido por su poca paciencia, lo que no le favorecía en estos momentos.

- ¡Guarda silencio! – se entromete el rey de Isra, quien estaba cansado de su mala actitud.

Los reyes de los cinco reinos eran muy diferentes entre sí, algunos arrogantes, otros hipócritas y otros nobles. El rey de Anra era un claro ejemplo de que algunos eran buenos reyes, él era amable y protegía de todas las maneras existentes a su reino. El rey de Exra tenia honor y gloria, un hombre formidable, pero era impaciente, si algo no salía como él quería, podría llegar hasta crear otra guerra. El rey de Isra era prepotente, trataba a todos los demás como inferiores, aun así, no le causaba daño a nadie que no se lo merecía, era un justiciero empedernido. El rey Ocra era el más calmado de los cinco, le gustaba el silencio y trabajar solo, respetaba a los que se los merecía. El rey Ulra era un maniático del poder, impaciente, hipócrita, no le importaba su pueblo, mientras él tuviera el alcohol y las mujeres que quisiera, no causaría ningún caos, después de todo, era poderoso.

- John, ese es mi nombre, - el hombre vuelve hablar divertido con la situación que acababa de causar. – sin segundo nombre o apellidos.

- Solo eres un simple plebeyo, - es rey de Isra quería retirarse para poder llegar lo antes posible a su castillo, - lárgate antes de que terminen con tu vida.

De un momento a otro las luces desaparecían, todo quedo en oscuro exceptuando al hombre que se hacia llamar a si mismo John, su sonrisa causo escalofrió en los poderosos reyes. El silencio reino hasta que John hablo nuevamente.

- Hasta aquí llegas tu y tu reino, - hablo apuntando hacia una dirección que nadie logro ver, - no eres el indicado para estar en la punta del reino, por tus pecados y crímenes serás sentenciado a muerte.

Las luces volvieron y el hombre desapareció como por arte de magia, de la misma manera en que había llegado se largó. Los reyes buscaban con la mirada el lugar hacia donde había apuntado el extraño y cuando dieron con él, cerraron los ojos apartando la mirada.

El rey de Ulra estaba muerto...

Queen: Una mujer igual puede gobernar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora