Han pasado cuatro meses desde que la princesa volvió al castillo inconsciente y sumergida en sus pesadillas. Muchas preguntas recorren las mentes de los habitantes del reino. Los nobles guardan silencio como nunca lo habían hecho, causando que los rumoren surjan con mayor intensidad.
¿La princesa está muerta?
Desde que se anunció la desaparición de la princesa, en la fiesta de su cumpleaños. No han vuelto abrir las puertas del castillo, que días antes de la tragedia habían prometido no volver a cerrar. La curiosidad del humano les costó la vida a varios plebeyos y asesinos enviados por los rebeldes.
El caos se había calmado cuando se anunció que la princesa ya se encontraba nuevamente en el reino, ocultando el hecho de que estaba sumergida en un profundo sueño y que ni los magos de la torre había logrado remover dichos hechizos. Los días pasaban y el estado de la princesa iba empeorando.
Sus mejillas perdieron completamente su color y se encontraban hundidas al igual que sus ojos, su cuerpo se desnutría al pasar las semanas por la falta de alimentos. Aun sobrevivía gracias a la misma magia que le transmitían.
Un hechizo fue levantado, el campo de magia que la mantenía encerraba había desaparecido. Podían acercarse a ella y poder tocar su rostro, poder sentir su calor el cual, hasta estas alturas, se había consumido dejando solo un cuerpo frio.
La preocupación de los príncipes no ha cesado en ningún momento, sino que ha aumentado. Los magos no han hecho nada para levantar el hechizo que la mantiene dormida. Hay días en donde se pueden escuchar los gritos de la princesa Esther por culpa de las pesadillas. Las lágrimas recorren sus ojos sin cesar por horas.
El dolor que les causa a los príncipes el ver a su hermana sufrir, la impotencia de no poder hacer absolutamente nada, se sienten inútiles, inservibles. Se sienten culpables de todo el sufrimiento de su amada hermana.
- ¿Hasta cuándo seguirá así? – pregunta el príncipe Jaén a uno de los magos que iba a revisar la condición de la princesa.
Ya eran preguntas rutinarias que hacía cada vez que llegaban a la habitación de su hermana.
- No lo sabemos, - la misma respuesta que le daba desde ya hace 4 meses.
- La misma maldita respuesta, - el príncipe Jaén salió de la habitación para no desquitarse con los magos y quitarles la vida.
- ¿Nuevamente nada? – pregunta su hermano, el príncipe Hans.
- No, siguen sin saber cómo mierda despertarla. ¿Para que los llama el rey, si no han sido de utilidad?
- Ellos son los únicos que pueden ayudarla, quizás solo necesitan tiempo para saber cómo hacerlo, - el príncipe Hans trataba de calmar a su hermano causando el efecto contrario.
- ¿Tiempo? ¿Me estás diciendo que solo necesitan tiempo? – No sabía cómo reaccionar a la actitud de su hermano.
Lo entendía, por supuesto que lo hacía, después de todo, él también quería que su hermana despertara lo antes posible. No estaba en sus planes lo ocurrido, no podían avanzar en su plan si su hermana no estaba presente, ella era la cabecilla del grupo, la líder que controlaba cada acción.
El mayordomo se acercaba haciendo sonar ruidosamente sus zapatos negros bien lustrados hasta el punto de brillar. Se acerca a los príncipes y con una expresión seria habla.
- Príncipes, - habla con elegancia y formalidad, - el rey solicita vuestra presencia en su estudio.
- ¿Solo dijo eso? – preguntan al unísono ambos príncipes.
- Así es, príncipes. – dice eso para darse la vuelta y encaminarse al despacho del rey, - síganme por favor.
- ¿Y ahora que quiere? – murmura el príncipe Jaén.
Ambos siguen al hombre de traje negro en silencio sucumbidos en sus propios dilemas internos. Los pasos no son escuchados ni percibidos por nadie, el silencio del recorrido es tan tranquilo que es casi imposible de imaginar la tormenta que se encuentra en el interior de los príncipes.
Los golpes en la puerta sacan del transe a los príncipes, la voz del rey los puso en alerta. Era seria, como si estuviera preparado para dar malas noticias.
- Adelante.
Ambos pasan, al llegar frente al escritorio hacen una leve reverencia. Sin decir palabras, se quedan mirando cualquier punto de la oficina sin dirigir la mirada hacia su padre.
- Puedes retirarte, - le ordena el rey al mayordomo.
- ¿Para qué nos llamaba? – pregunta el príncipe Hans siendo lo más cordial posible.
- Quisiera que fuera directo al grano, no quiero apartarme del lado de mi hermana, - habla el príncipe Jaén, apartando la mirada cuando ambas se encontraron por una milésima de segundo.
- De eso mismo quería hablarles, - dice el rey con voz átona y débil.
- ¿A qué se refiere? Sea claro con sus palabras, - habla nuevamente el príncipe Jaén sin dejar que su padre termine de manifestar sus palabras.
El príncipe Jaén siempre se destacó por su impaciencia y la devoción por su hermana. En sus días de encierro demostró lo fácil que era de perturbar con palabras hirientes. La emperatriz sabia cuáles eran sus virtudes y defectos, causando que solo se centrara en ellos. Todos los días iba a la celda donde se encontraba el príncipe y le decía todas las cosas perturbadoras, las torturas que sus hermanos estaban pasando por su culpa, por no ser fuerte.
- Déjalo hablar, - interfiere su hermano, - por favor, continúe.
Por el contrario, el príncipe Hans, al ser el mayor solo por unos minutos, es consciente de su alrededor. Es introvertido y deja a relucir su brillante mente. Aun así, no se libró de las víboras palabras de su madre.
Ambos príncipes comparten la devoción por su hermana, hacen el intento de protegerlas de todos los peligros existentes y el que su hermana este inconsciente les causa un gran pesar en todo su ser.
- Según los magos, es muy poco probable que el hechizo del sueño pueda ser levantado sin la ayuda del causante principal, - los hermanos escuchan atentos a las palabras de su padre, - la desnutrición y deshidratación están causando que su cuerpo se deteriore de a poco.
- ¿Qué está tratando de decir? – ambos príncipes no están entendiendo a lo que quiere llegar el rey.
- Estoy diciendo que... - guarda silencio para tratar de encontrar las palabras correctas que decir para la situación que se aproxima, - que es mejor terminar con la vida de mi hija a que siga sufriendo con las pesadillas del pasado.
- ¿Está diciendo que...? – lo interrumpe el rey.
- Así es, si la princesa no despierta en los próximos días, - el rey cierra los ojos y deja salir esas palabras que tanto pesar le trae, - le pediré a los magos que dejen de investigar y terminen con su vida...
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Queen: Una mujer igual puede gobernar.
FantasyUna emperatriz torturada desde su infancia. Un rey perdido entre los plebeyos de otro reino. Un reino destruido por un mal desconocido. Un reino repleto de traidores. La sangre de los corruptos correrá por las calles cuando esa pequeña niña suba al...