Capítulo 14

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- Esta despierta, - habla el príncipe Hans completamente sorprendido de lo que ven sus ojos.

El príncipe Jaén solo corre y abraza a su hermana, deja salir sus lágrimas en silencio, mientras su hermano saca a los sirvientes y magos del cuarto. No le apetece que vean el lado débil de ninguno de los tres.

La princesa Esther esta desconcertada, hace unos segundos estaba en un lugar rodeada de oscuridad y al abrir los ojos, lo primero que ve, son personas desconocidas haciéndoles quien sabe que cosas a su cuerpo. Reacciono de manera agresiva quitándole la vida a uno de los magos presentes.

Los brazos de sus hermanos la rodean y puede sentir la misma calidez que sintió con la mujer al contacto con su cuerpo. Cerro los ojos y cayo al suelo rendida. Sus piernas no podían sostener su propio peso.

- Hermana, hermana, has despertado, - repite el príncipe Jaén una y otra vez sin soltar en ningún momento el agarre.

- Déjala respirar, - habla el príncipe Hans sin evitar abrazar a su hermana.

Se estaba haciendo el fuerte, no iba a derramar lágrimas o eso pensaba. Sin embargo, ellas ya estaban recorriendo su rostro perdiéndose en la barbilla. Se arrodilla junto a sus hermanos y los abraza.

- ¿Por qué tardaste tanto? Te estábamos esperando, - habla entrecortado el príncipe Hans.

- Lo siento, - apenas le salía la voz a la princesa, era ronca y sin fuerza.

- Lo siento, - dicen a la misma vez los hermanos.

Estuvieron un buen rato en el suelo sin separarse, hasta que fueron interrumpidos. Las puertas que se encontraban cerradas son abiertas abruptamente dejando ver el rostro preocupado del rey. Por su respiración acelerada, se notaba que venía apresurado, quizás hasta corriendo.

Cuando los ojos del rey ven a sus hijos abrazados en el suelo, decide darse la vuelta y marcharse. Es mas que suficiente el ver a su hija sana y salva, pero vuelve a observar la escena y ve como el cabello de su hija cambio de color.

- ¿Qué le sucedió a tu cabello? – pregunto de pronto el rey sin darse cuenta de que estaba pensando en voz alta.

- Ahora no es el momento, - respondió el príncipe Hans sin dirigirle la mirada.

- Mi rey, - habla alguien de la nada, - tenemos un invitado importante.

La voz de la mano derecha llego a los oídos de la princesa y reacciono de una manera que nadie se lo esperaba. Se abalanzo sobre el hombre con sus ojos impregnados de rabia, coloco ambas manos en el cuello y apretó fuertemente.

- Maldito infeliz, - susurro la princesa Esther cegada por el enojo, - se lo que le hiciste a la emperatriz, prepárate para sentir el doble de todo su dolor.

- ¡Esther! ¿Qué crees que le haces a la mano derecha del rey? – habla el duque Arthur, la mano derecha.

- Princesa Esther, para ti, - habla el rey, quien no puede creer el atrevimiento del hombre al dirigiste a la princesa por su nombre y gritarle, - Esther, suéltalo. – Ordeno el rey.

- Esther, ¿Qué haces? – pregunta el príncipe Hans.

- Se tu secreto, - susurra la princesa en el oído del hombre lo mas bajo posible para que ninguno de los presentes pudiera escucharla, - y ten por seguro que te hare pagar cada una de sus lágrimas.

Lo suelta y se aleja posicionándose entremedio de sus hermanos.

La mano derecha la mira desconcertado y asustado. No sabe si creer en sus palabras o si temer por su vida de ahora en adelante.

- No lo quiero ver, - vuelve hablar la princesa, - que se largue de mi vista y que no vuelva aparecer ante ella.

- No puede darme ordenes, - habla el duque. Pero se arrepiente de sus palabras cuando el rey habla.

- Ella puede darte las ordenes que quiera, es mi hija y lleva mi sangre, y tiene el mismo poder que yo o mis otros hijos, acataras sus órdenes sin ningún reclamo o ten por seguro que nuestra pasada amistad no será impedimento para terminar con tu vida, - el duque, ni siquiera sus hijos pueden creer las palabras que han salido de la boca del rey, están sorprendidos e impactados.

- Pero su ma... - lo interrumpe.

- Al parecer no has escucha correctamente mis palabras, - lo mira con intensidad y cejas alzadas, - ¿Tanto quieres que termine con tu vida?

- No es así, su majestad, - habla el hombre bajando la mirada y apretando sus puños con enojo.

- Entonces ¡Largo!, - sin más, la mano derecha sale de la habitación dejando un intenso silencio.

- Su majestad, - habla la princesa Esther, pero antes de terminar, el rey vuelve hablar interrumpiéndola.

- Ahora me retiro, Esther, un médico vendrá a revisarte.

- Que los magos se larguen, - habla el príncipe Jaén, sintiendo aun la presencia de los magos fuera de la habitación.

- Así será, - dice el rey dándose la vuelta y volviendo a su oficina. Sin antes dar la orden de que cada mago se retire del castillo.

Los cuerpos inertes fueron sacados de los pasillos y de la habitación en completo silencio. Las sirvientas no mencionaron ninguna palabra de lo que había sucedido e hicieron la limpieza en completo silencio.

Nadie menciono lo que había sucedido, el rey se marcho con miles de preguntas sin responder. El notable cambio de color del cabello de la princesa no fue señalado por nadie, ni sus hermanos ni el rey preguntaron.

El medico real visito a la princesa de inmediato, sorprendido de su diagnostico y de lo bien y rápido que se recupero el cuerpo de la princesa Esther.

En la torre de magos pereció en la incoherencia. Enojados y furiosos por no haber conseguido su cometido. Jurando vengarse de la familia real por impedir que poseyeran el cuerpo de la princesa, comenzaron sus movimientos en la oscuridad, sin saber que alguien mas ya la manejaba por completo.

El castillo sucumbió en un caos taciturno. Los murmullos recorrían los pasillos, los rincones más recónditos del castillo comenzaron a moverse.

Era la calma antes la tormenta que se avecinada... 

Queen: Una mujer igual puede gobernar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora