Expedición hacia la unión de los 5 reinos.
- ¿No cree que sea muy cobarde de su parte huir de esa manera? – pregunta el Duque Massimo, la mano izquierda del rey.
El rey Félix tenía plena confianza en su mano, después de todo, le ha salvado la vida en múltiples ocasiones y es su más fiel caballero. De la misma manera, el duque Massimo sigue ciegamente a su emperador, por lo cual se tratan como mejores amigos. El duque Arthur solo observa la escena en silencio. Nunca llego a mantener ese tipo de relación con el rey.
Él es su consejero y mano derecha, pero la confianza que una vez hubo se esfumó desde esa noche.
- Sabía que cuando Evans fuera asignado como escolta de Esther, se desataría una guerra, - habla el rey, - los príncipes son sobreprotectores con su hermana y no la dejan sola en ningún momento.
- Sigo sin comprender por qué dejó a mi hijo ser su escolta, - comenta el duque Arthur.
- En comparación a ti, Evans es un excelente guerrero, - Habla el duque Massimo.
- No te he preguntado a ti, - habla Arthur, estando a la defensiva en todo momento.
- Deja tu discordancia de lado, Arthur, - se interpone el rey, - no estaré de acuerdo con tus tonterías. He dado una orden y se respetará como tal.
- Pero su majes... - Habla el duque Arthur siendo interrumpido por el rey.
- ¿Lo he dejado claro? – Si seguían con esa pequeña discusión, el ambiente se volvería incomodó entre ellos durante todo el viaje. El cual, muy corto, no era.
La distancia entre el palacio real y el centro del mundo era garrafal, por lo cual les tomaba un mes llegar en carruaje. Como es el emperador el que va viajando, la seguridad es lo máximo, por lo cual es esencial que varios grupos de soldados viajen con él.
Pero al rey Félix se le hace tedioso viajar en multitud, incluso ha llegado a pensar que con él y sus manos basta y sobra. Los duques han hecho hasta lo imposible para convencer al rey que al menos lleve un escuadrón con él. Como no tuvo de otra, terminó aceptando la oferta o sería peor.
- ¿Creen que nos lleve menos tiempo? – pregunta el rey, impaciente de estar sentado por tanto tiempo.
- Su majestad, solo llevamos un par de horas viajando, aun no sabremos con que nos encontraremos en el camino, - habla el duque Massimo, - últimamente han reportado muchos robos por estas zonas y secuestros a niños y mujeres jóvenes.
- ¿La investigación cómo va? – pregunta el rey.
- Lamento decir que no ha avanzado mucho, los guardias siguen recorriendo las calles averiguando cualquier dato que esté relacionado, pero los ciudadanos tienen miedo y no se atreven a abrir la boca.
- ¿Sera a causa de ellos? – pregunta el duque Arthur, quien se había mantenido en silencio durante el intercambio de palabras entre el rey y su mano izquierda.
- Estoy seguro de que, si es por ellos, han estado causando alborotos durante bastante tiempo, - Habla el duque Massimo.
- Sigue con la investigación, cualquier suceso que cambie, comunícalo inmediatamente conmigo, - ordena el rey.
El silencio reinó durante la mayor parte del tiempo, los días pasaban con tranquilidad en el camino.
Enviaban aves al castillo preguntando por los príncipes y si el escolta lo estaba haciendo bien, y lo más importante, si seguía con vida. Las respuestas eran favorecedoras, la relación entre la princesa y su escolta no mejoraba, pero tampoco empeoraba. Se mantenían en un perfecto balance intercambiando unas pocas palabras al día.
- Lo estás haciendo bien, - Susurra para sí mismo el emperador.
...
Los días pasaban y cada vez quedaba menos camino que recorrer. No hubo discusiones o conflictos entre las manos del rey, solo conversaciones sobre lo que se llevaría a cabo en la reunión. Sabían que comenzarían a insistir sobre el príncipe heredero y cuál de los dos será el elegido para ser el sucesor de su majestad.
Cada reino haría la presentación de sus herederos y en esa reunión, dictarían las fechas de cuando se llevarían a cabo. Pero el rey de Anra no sabía que decisión tomar, al no conocer a sus hijos correctamente, no está al corriente de si ellos serán capaces de gobernar un imperio.
Solo tenían 16 años, pero para esa edad, él sabía lo que se necesitaba para ser un buen emperador. Hans era tranquilo, pero inteligente, sabia tomar decisiones rápido y es capaz de todo para defender a su hermana al igual que Jaén. Por otro lado, él tenía poder y buen manejo de la espada, pero se dejaba llevar por sus sentimiento y eso no era muy buen visto.
De Esther no tenía mucho que pensar, lamentaba que fuera mujer. Estaba seguro de que, si hubiera nacido como hombre, seria él indicado para gobernar. Es fuerte, inteligente y sabe reconocer quienes serían de ayuda para ella. Tenía todas las aptitudes para ser un gran emperador, excepto algo entre las piernas.
Las cartas informaban todo eso, los han estado observando durante semanas y lograron descubrir pequeños defectos y virtudes de ellos. No se encontraba presente, pero de una u otra forma, los estaba conociendo.
Un brusco movimiento causó que el carruaje estuviera a punto de derrumbarse. Gritos desde afuera informaban del asalto que se estaba llevando a cabo. Solo faltaban unos pocos kilómetros para llegar a su destino, el lugar estaba deshabitado y solo un frondoso bosque los rodeaba. El lugar perfecto para que bandidos y saqueadores lograran esconderse.
- ¡¿Cómo se atreven a intentar robar a su emperador?! – furioso, grita la mano izquierda.
El duque Massimo salta desde dentro del carruaje a detener a los bandidos llevándose una sorpresa al salir. No puede creer lo que sus ojos están viendo, ni lo difícil que será para él, empuñar una espada.
- ¿Qué sucede? – pregunta el rey alarmado tratando de bajar del carruaje.
- Lo siento, su majestad. Creo que es una batalla que no podre luchar, - habla el duque Massimo cabizbajo.
El rey observa a su alrededor y comprende de inmediato del porque su mano dijo dichas palabras.
- No es necesario que luches, querido amigo, yo me encargo...
"Les agradezco enormemente a quienes aun me leen y me disculpo por demorar tanto en actualizar."
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Queen: Una mujer igual puede gobernar.
FantasyUna emperatriz torturada desde su infancia. Un rey perdido entre los plebeyos de otro reino. Un reino destruido por un mal desconocido. Un reino repleto de traidores. La sangre de los corruptos correrá por las calles cuando esa pequeña niña suba al...