A,B,C Creo que me enamoré! [Finalizada]

XXII

El dar una segunda oportunidad significa que todo lo que pasó con anterioridad, todos los celos, el odio y los problemas, se desvanecieron en el viento como el aroma del rocío de la mañana.

Claro que es difícil el dar esa oportunidad y más cuando aún no dejaste ir el pasado...podrás hacerlo ahora?

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Con calma ambos salieron de la casa, se subieron al auto del pelicenizo y se dirigieron a ese parque en dónde se sinceraron lo que pudieron, pero ahora era el momento indicado para hacerlo por completo.

El auto paro lentamente, se quitaron el cinturón de seguridad, el pelicenizo respiro hondo y dirigió sus ojos a los del contrario.

—Bien, llegamos...si quieres podemos esperar un poco más.

Dejo la conección y miro por la ventana frente a ellos mientras reposaba su frente en el manubrio.

—No...si quiero que mi vida continúe como la de los demás, es mejor hacerlo rápido y esperar el resultado...pero quiero que sepas una cosa Kacchan.

Tocó la mejilla contraria, este movió su cabeza al destinatario de tal toque, en un movimiento indicó que podía decirle y que prosiguiera.

—Todo lo que vayas a escuchar de ahora en adelante es la pura verdad y si me aceptas por mi pasado tendrás un amor sincero e infinito como el cielo azul, pero si no lo logras, no me vengas a buscar después...está bien?

El pelicenizo no entendía nada, nuevamente se replanteo si en verdad estaba listo para escuchar lo que todos sus conocidos sabían sobre el pecoso menos él, dejo su orgullo de lado...ya era hora de conocer nuevamente a Izuku Midoriya.

Respiro hondo una última vez.

—Entonces no perdamos tiempo, vamos.

Bajo del auto y fue a la puerta del Omega, dándole paso para que salga y lo lleve de la mano al banco que vio todo lo que pasaron ambos muchachos.
Al sentarse el pecoso vio que aún en esa banca de madera estaba lo que fue tallado a mano hace tantos años atrás.

—No puedo creer que siga aquí.

Con delicadeza toco el grabado de ambos.

"B.K+M.I"

Todo dentro de un corazón un poco mal hecho.

—Vaya que tenía una letra horrible en esa maldita época...aún no me olvidó de como lloraste cuando te lo mostré.

—Bien que eras un idiota conmigo frente a todos...pero cambiabas cuando estábamos solos.

El pelicenizo recordó con amargura el trato al menor, los golpes, las mochilas lanzadas por la ventana, el no protegerlo cuando sus "amigos" lo molestaban y le decían que era un Omega inútil y que solo servía para dar placer.

Hizo una mueca al recordar lo imbécil que fué, pero la mano cálida del pecoso lo trajo devuelta.
Este ya sabía en lo que el alfa pensaba, el no lo negaría, su vida fue un infierno en la secundaria, pero a la vez fue lo más lindo que podría pasar en la vida.

—Oye, deja de pensar en lo que pasó hace tanto tiempo...te amaba sea como sea, ya que después de cada golpe tratabas de hacerme sentir mejor...como la canción que me dedicaste esa tarde.

El contrario apretó más fuerte la mano del omega peliverde, esa canción fue la que práctico cada noche en el piano para darle al pecoso como una disculpa, pero también fue la canción que estaba tocando el día en que el pecoso le dijo sobre su destinado.