Salir de la cama es un reto diario. Comer es difícil. Dormir es difícil. A veces hablar es difícil.
Sin duda alguna esos días fueron difíciles, pero las sonrisas de aquel chico de pelo rizado a su lado aligeraban la pesada carga sobre sus hombros...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Capitulo 20
¿Quién dijo que la princesa no podía salvar al príncipe?
Estaba más que decidido. Me confesaría a Shinsou. Lo haría enserio.
Soy una persona perseverante, lucho por lo que quiero. Lucho para conseguir mis objetivos y me esfuerzo mucho para que estos salgan bien. Soy una persona que no conoce el "no se puede" al menos no ahora. Se que soy alguien fuerte.
¿Entonces porque carajos elegir una estúpida camisa era tan difícil?
¡Era una camisa!
Mi plan consistía en lo siguiente. Levantarme temprano, desayunar. Ir al trabajo, regresar a las 5 como de costumbre, bañarme, vestirme, regar a mis plantas antes de salir, pasar a la florería por un ramo que le encargue a Kendo y Monoma que hicieran. Era fácil, estaba más que calculado.
Había llegado desde hace una hora a casa. No me tome ni 5 minutos para darme un baño caliente por lo nervioso que estaba. Y tengo casi 45 minutos tratando de elegir entre una camisa rosa claro y una blanca.
Al principio planeaba ponerme la rosa. Y luego me puse a pensar si era apropiado a no.
Yo le dije a Shinsou que quería salir como antes, juntos a tomar un café y comer helado. Acordamos una hora. Las 8. Y eran las 6:30 y yo seguía sin saber que usar.
Alguien tocó a mi puerta. Sabía quién era así que grite un "pase". No necesariamente deje la puerta abierta. Si no que Bakugo había venido a ayudarme. El sabía que guardaba un repuesto de la llave bajo la maseta de flores rosas a la izquierda de mi entrada.
—¡Ya llegue nerd!
—Si ya vi Kacchan.
Sacudí mi cabeza y me acerque a él para saludarlo apropiadamente y el solo me miró de arriba a abajo.
—¿Por qué estas medio vestido?
—No puedo decidir que usar.
Dije con desgane mientras sacaba una de las chucherías que había traído de la tienda de conveniencia cercana.
—¿No te ibas a poner la playera que la vieja bruja te dio en tu cumpleaños?
—¡Kacchan! No le digas así a tu madre, ella es muy linda.
—Contigo será, conmigo no.
—Aja si. La idea es. No se que ponerme.
—Ponte la estúpida playera rosa y ya. Literalmente te regalo una igual a la mía pero rosa.
