Capítulo 3 El Sueño

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Estábamos Violette, Sara y yo caminando en frente de las canchas de fútbol llegando del almuerzo, ni siquiera se dé que estaban hablando, yo me distraje quitándole la cáscara a mi mandarina.

Por el rabillo del ojo vi como ellas se detenían, yo por inercia hice lo mismo aunque no entendiera el motivo.

Todo cobró sentido cuando algunas de las personas que nos rodeaban fijaban la mirada en mí y en un grupo de personas que se acercaban.

Me congele en mi posición como si alguien me hubiese puesto un pausa a la mis acciones, a duras penas respiraba

Zian y sus amigos se acercaban. En cierto punto ellos se detuvieron y él se dirigió con paso firme en mi dirección

No se detuvo hasta que estuvo frente a mi, tan cerca que me tocaba alzar la cabeza para hacer contacto con sus ojos y nos es que yo fuera muy pequeña pero a comparación de su altura si lo parecía.

Salí de mis pensamientos retornando con mi realidad, me centre en sus ojos cafés tan profundos que siempre, sabían cómo leerme sin mayor dificultad, lo que pasaba al contrario con el.

Yo nunca había podido descifrarlos era casi igual de difícil que intentar comprenderlo.

Era demasiado frustrante.

Después que cada uno analizará al otro tome la mejor postura de indiferencia que podía acoplar en esos momentos.

–¿Qué quieres Howell?– le dije fría.

Su cara se contrajo con cierto grado de desconcierto impreso en el.

–vaya, Howell– dijo con incredulidad - como estas Milledge– me estaba siguiendo un juego que ni siquiera sabía que existiera, hasta que recordé que...

Hace unos dos años antes de que yo lo arruinara todo, usábamos nuestros apellidos para fastidiarnos y poder reírnos un buen rato de bromas tontas que hacíamos.

Pero como dije, eso fue antes, ahora era demasiado raro teniendo en cuenta la situación en la cual nos encontrábamos. Además ¿por qué se acercó? ¿Por qué me dirigía la palabra? muchas más dudas se adueñaron de mi mente pero tenía que centrarme.

–Bien y ¿tu?– le pregunté por educación pero era muy raro tutearlo.

Perfectamente– respondió seguro.

Algo que siempre me atraía era su poder de positivismo que portaba por la vida

¿Claire, quería saber si podemos hablar?

Estamos hablando ¿no?– le dije obvia.

Sí, pero me refiero en un descanso.

Un momento ¿él estaba diciendo esto?

No es verdad, estoy casi segura que no está pasando.

¿Para qué?, ¿tenemos algo de qué hablar y no sabía?

yo tengo algo que decirte, entonces ¿aceptas?

Me muero de curiosidad por saber que tiene para decirme pero no quiero quedar como la estúpida que se deja convencer demasiado fácil.

La curiosidad mato al gato, pero hace demasiado murió mi dignidad pero no mi orgullo.

Está bien.

Una sonrisa orgullosa surgió en sus labios- okey entonces mañan...

Quedó a la mitad porque ya lo había interrumpido.

Entre sueños Donde viven las historias. Descúbrelo ahora