Capitulo 4: El plan

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Cuando abrí los ojos vi que las cortinas ya estaban cerradas, por la poca luz que se colaba a través de la ventana deduje que ya era de noche.

Cogí el celular que tenía en la mesita de noche a lado derecho de la cama.

Efectivamente ya eran las siete de la noche, eso era seguro que mi mamá ya había llegado.

Gracias a dios hoy fue el primer día y no tengo ninguna tarea porque sinceramente no tengo ni la más mínima intención de coger un lápiz.

Me pare de la cama, prendí la luz y pestañee varias veces para que mi vista se acoplara a ella.

Después de recapacitar en donde me encontraba, qué día era y cómo me llamaba decidí bajar a saludar.

Cuando estaba bajando las escaleras pude reconocer la voz de mi mamá, si ya había llegado.

–Hola mami– le ofrecí mi mejor sonrisa acercándome para depositar un beso en su mejilla izquierda.

–Hola muñeca ¿Qué tal tu día?– dijo con su tono amable que siempre mantenía cuando estaba de buen humor.

–Bien mami– le dije.

–¿Algo nuevo?– cuestiono curiosamente.

Le dije el mismo resumen que le había dicho a mi abuelita unas horas atrás...

La relación con mi mamá era densa, no es que no hablemos ni nada por el estilo, simplemente ella suele tener actitudes muy hirientes. Ya sean comentarios, miradas o hay casos en los cuales suele ser un poco agresiva verbalmente y/o criticona.

Hubo un tiempo en el cual le contaba las cosas, si no estoy mal era en 1 primero de bachillerato o sexto grado no sé cómo decirlo bien. El caso es que si no le gustaba algo de lo que decía o hacía con mis amigos se convertía en un problema.

Lo peor de todo eso es que siempre en una discusión o pelea usaba eso en tu contra y de maneras hirientes.

Básicamente desde que esos comentarios se iban pasando de tono preferí no seguir contándole mis cosas.

Ahora solo le cuento las cosas superficiales o problemas de mis amigas sin dar detalles que pueda sacar a relucir en los momentos menos adecuados.

–No pasó nada más aparte de eso.– metí, pero ya era una experta en la mentira y en fingir bajo presión.

Creo que por eso la gente me confía sus secretos. Nunca pensaran que reveló algo, hasta llegan a pensar que lo olvide. Aunque para su desgracia y para mi suerte tengo una memoria casi prodigiosa para las cosas que me interesan

–Ahh bueno muñeca, me alegra muñeca– me sonrió, achinando sus ojos que tanto me gustaban, pero sabía que cuando se tornaban o se cegaban por el enojo y la rabia podían herirte con una facilidad sorprendente.

En la sala de la casa se encontraban mi tía, mi mamá y mi abuelita.

Mi primo Owen estaba arriba con Vicks seguro jugando a alguna de sus cosas, creo que están en la etapa de los dinosaurios. Se llevan una diferencia de 4 años pero aun asi juegan felices.

Yo quiero un hermano mayor.

Pero por lógica ya no se puede-ahgg- odio ser la mayor por tantos años. A Owen le llevo 7 años y a Vicks 11.

Después de una hora ya habíamos comido, y hablado- no aporte mucho a la conversación- una vez eran cerca de las nueve mi mamá nos dijo a Vicks que nos alistamos para ir al apartamento.

No vivimos en la misma casa que mi abuelita pero estábamos a dos calles cortas de distancia.

Mi abuelita solo nos cuidaba aunque este año me empiezo a quedar en el apartamento.

Entre sueños Donde viven las historias. Descúbrelo ahora