Seis

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Fue difícil, de verdad fue muy difícil.

La mayoría del tiempo que intentaban entrenar juntas terminaba en peleas sin sentido, Mina sabía que en gran parte era su culpa por no poder aceptar que una enana con complejos de superioridad fuera su maestra ahora, seguía creyendo que era totalmente ridículo. Pero con un poco de esfuerzo de ambas partes y unos largos días y noches enteras en su compañía, comenzaron a acostumbrarse.

— Wow, espera espera —pidió apoyándose en sus piernas para recuperar el aire—. Llevamos aquí más de dos horas, ¿cómo es que sigues de pie?

Mientras Mina recuperaba el aire con un dolor punzante en costado derecho, Chaeyoung la observaba de pie, su rostro brillaba gracias a las pequeñas gotas de sudor que bajaban por sus mejillas, su respiración era pesada y un tanto agitada, y sin importar nada, la muy maldita tenía todas las energías posibles para seguir.

Mina sentía que en cualquier momento iba a fallecer ahí.

— Debemos trabajar en tu respiración, lunares — dijo recostándose en un árbol para recuperarse lentamente—. Te duele el costado, ¿cierto?

— Sí, siento que moriré.

— Estás respirando mal, descansa un poco— ordenó dejando que su cuerpo se deslizara hasta el césped mientras Mina simplemente se dejó caer en un ruido sordo—. Tu respiración es superficial cuando te esfuerzas, necesitas que sea profunda para que tu diafragma se estire y no mueras.

— Me perdiste en "descansa"— murmuró desde el suelo dejando que sus ojos se perdieran en el hermoso cielo sobre ellas—. ¿Cómo sabes eso?

— Es algo básico, sé algunas cosas.

Mina asintió en silencio notando la incomodidad en sus palabras, a pesar de tener tiempo compartiendo palabras y buscando algo útil sobre la menor, solamente había conseguido incomodidad y nada de información. Sabía que el padre de la castaña era (¿fue?) una clase de médico militar, la menor tenía muchísimo conocimiento sobre primeros auxilios y sobre como patearle el trasero a alguien.

Creyó que esa información era suficiente y fue directamente con el instructor a decirle lo poco que sabía, el hombre dijo que no era suficiente y necesitaba saber más.

No tenía idea de cómo conseguir más.

— ¿No estás cansada? — preguntó apoyándose sobre sus codos para poder observar a la menor—. Hoy trabajamos duro.

— Yo trabajé duro —Chaeyoung sonrió con burla marcando su lindo hoyuelo—. Tú moriste en los primeros cinco minutos.

— No seas idiota, trae tu inexistente trasero aquí. — La mayor palmeó a su lado volviendo a recostarse—. Tenemos tiempo para descansar un poco.

Salir por las noches era un poco complicado, nada que no pudieran lograr. Compartían dormitorio así no había mucho problema con los tiempos de salida, el único problema era que sus compañeras tardaban años en quedarse dormidas. Dentro de la habitación había una ventana que solían dejar abierta por la noche gracias al gran calor que azotaba por las noches, ambas la aprovechaban para salir sin ser vistas por nadie y evitar en su totalidad al instructor que solía quedarse a altas horas de la noche en su oficina, oficina que estaba demasiado cerca de los dormitorios, siempre debían tener cuidado con el más mínimo ruido al salir.

Chaeyoung ya se encontraba a su lado, ambas con las manos en su propio abdomen y con la vista fija en las estrellas, no tenía muy en claro la hora, pero seguramente podrían descansar unas tres o cuatro horas al volver.

Era difícil creer que antes dormía el doble de eso.

— Las estrellas son lindas— habló en voz baja intentando mantener un ambiente tranquilo—. Mi madre solía contarme historias sobre ellas, mitos y algo así, creo que varias solamente las creó para mí.

The forgotten Kingdom | MichaengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora