Veintidós

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Mina se sintió aliviada cuando todos los civiles, excluyendo aquellos del Distrito Norte, fueron trasladados exitosamente al Distrito Sur. La paz que experimentó al confirmarlo Reiss fue satisfactoria; todos los civiles estaban a salvo ahora. Solo tenía que encargarse de mantener al ejército de Verlassen fuera del Distrito Norte para evitar que los civiles resultaran afectados.

Había pensado en moverlos también al Sur, pero se arriesgaba a comprometer la seguridad del resto de los civiles. Aún tenían a unos cuantos infiltrados que no podían provocar una masacre en el Sur y arruinar todos los planes que tenía para la coronación. No podía arriesgarse a perderlo todo después de tanto esfuerzo, cuando finalmente tenían una pizca de esperanza.

Los días pasaban rápidamente, más rápido de lo que le gustaría, y el día de la coronación le estaba pisando los talones. Todos estaban nerviosos, algunos más seguros que otros, pero nerviosos al fin. Reiss había dado los planes a todo el ejército en el momento en que Mina los había aprobado, y desde entonces no había un solo día en el que los soldados no estuvieran perfeccionando sus movimientos. Chaeyoung entrenaba con ellos y, en su tiempo libre, también entrenaba a Mina, aunque al final terminaban ambas recostadas en el césped y hablando de cosas tribales. Justo como en ese momento.

— Lo hiciste bien, mi Reina. — dijo Chaeyoung sin aliento, tomando respiraciones profundas para calmar su respiración —. Buen trabajo, Mina.

— Jamás me acostumbraré a esto. — respondió riendo entre jadeos —. Cuando nos conocimos sólo me pateabas el trasero y me humillabas.

Chaeyoung carcajeó, ocultando su sonrojo avergonzado detrás de sus manos.

— Te ganaste mi respeto, Mina.

— ¿Lo hice?

Chaeyoung asintió, sorprendida al escuchar el tono de Mina. Por supuesto, había ganado su respeto. Había pasado de ser bastante mediocre en los combates a derrotarla en muchas ocasiones, y la soldado tenía muy claro que ella no tenía nada que ver con su progreso. Mina era la única responsable de su evolución en combate. Se sentía orgullosa de ella y estaba segura de que podía ganar combates contra cualquier soldado que se le presentara. Siendo sincera, se sentía aliviada por eso. Mina no la necesitaba para sobrevivir, sabía defenderse y atacar sin ningún problema.

— Por supuesto, mi Reina. — Chaeyoung sonrió, sintiendo la mirada de Mina sobre su rostro, pero sin atreverse a corresponderla —. Tienes todo el potencial del mundo para acabar con quien se te ponga enfrente.

— ¿Pero?

— Hay mucho miedo, a lastimar y ser lastimada.

Mina hizo una mueca, dirigiendo su vista al cielo, justo como Chaeyoung lo estaba haciendo. No podía negarlo, le aterraba todo lo relacionado con la guerra; tenía un pánico enorme a que la sangre manchara sus manos, sin importar si era suya o de alguien más. Incluso después de haber tenido esa conversación consigo misma múltiples veces, una pequeña voz en el fondo de su cabeza seguía insistiendo.

— No sé cómo deshacerme por completo de eso. — Admitió después de unos segundos de silencio —. Lo he intentado, pero sigue ahí, aunque sea un poco ahí está.

— Creo que nunca se va, solo aprendes a vivir con él.

— Me cae mal.

— A nadie le cae bien, Mina. — Chaeyoung se rio al escuchar el tono con el que su acompañante había hablado —. Cuando acabe la guerra no habrá nada que temer.

Mina asintió en silencio, pensando en cómo podría terminar la guerra. Tenía que ganar, sí o sí, porque no se trataba solo de que Alistair quisiera su corona, también la quería a ella muerta. Perder la guerra significaba perder más que una corona o su reino, significaba perderlo todo, incluyendo la vida. No le pesaba morir; sabía que llegaría un punto en el que eso sucedería y ya había estado al borde de la muerte en numerosas ocasiones. Se había hecho a la idea de que tenía más probabilidades de morir que de seguir viviendo, pero, aun así, quería aferrarse a la idea de vivir. Le gustaba la idea de vivir con Chaeyoung a su lado.

The forgotten Kingdom | MichaengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora