Cinco

74 13 0
                                    

Mentir.

Mentir era algo que todos hacemos siempre, es parte fundamental de nuestra vida. Algunos lo hacen por obligación, otros por simple gusto e incluso algunos simplemente tienen un problema y no pueden evitarlo. Mina era parte del primer grupo, porque a pesar de haber aceptado se seguía sintiendo como una obligación.

Suspiró preparándose mentalmente antes de entrar a la enfermería, la mayoría de los heridos seguían ahí, pero habían mejorado notablemente, al punto de que varios pudieron salir sin mucho problema.

Jihyo entraba a la enfermería tanto como ella llevaba haciéndolo los últimos días, realmente parecía una madre preocupada por sus hijos, iba de camilla en camilla cuidando a cada uno de sus compañeros, pero se queda un poco más de tiempo con Momo y Chris, ellos de verdad buscaban la forma de huir de ahí y Jihyo estaba siempre lista para detenerlos y obligarlos a volver. Al principio le pareció gracioso, pero ahora solo lo ignoraba.

— ¿Qué tal están? — preguntó acercándose casi con precaución a ambas camillas.

— Estaba bien hasta que llegaste.

Chaeyoung nunca estuvo demasiado de acuerdo en que Mina se convirtiera en su cuidadora personal, a Tzuyu realmente no le importaba demasiado y solía agradecer la más mínima cosa que hiciera, pero con la más pequeña... las cosas eran demasiado diferentes. Se negaba totalmente a que Mina estuviera ahí día y noche para asegurar su salud, ya tenía una enfermera, no la necesitaban, creía que no tenía la capacidad suficiente para poder hacerse cargo de alguna de ellas, si Mina no podía hacer nada por su propio bienestar menos podría hacerlo por el bienestar de alguien más.

— Tan encantadora, niña— respondió con desdén bastante acostumbrada a ese tipo de comentarios—. También me alegra verte.

— Sigo sin entender por qué estás aquí.

— No te creas tan importante, esto es por obligación.

— Gracias por hacerlo tan bien, incluso si es por obligación— habló Tzuyu intentando bajar la gran tensión que habían creado en el ambiente.

Tzuyu era increíblemente amable y acataba a sus órdenes sin ninguna queja, dejaba que Mina revisara constantemente sus heridas, tomaba su medicamento sin rechistar e incluso hacía un espacio en su camilla para que Mina pudiera descansar.

— ¿Por qué no aprendes de ella?, ¿qué te cuesta ser así? — cuestionó acercándose a Tzuyu para acariciar suavemente su hombro a forma de agradecimiento—. Lo aprecio, gracias por tus palabras.

— Porque yo estoy bien— aclaró poniéndose de pie, ignorando el pequeño dolor que provocó el brusco movimiento en su brazo—. Esto ya cerró y estuve quieta el tiempo suficiente, puedo entrenar nuevamente.

— Eso no está en mis manos. — Levantó los hombros con desinterés acercándose a la mesa donde pequeñas botellas de medicamento estaban—. Habla con el instructor si tanto quieres irte.

— Pero la enfermera no me deja ni acercarme a la puerta.

— Ese ya no es mi problema.

Oh, Mina disfrutó demasiado el rostro furioso de la menor.

Los días después del pequeño enfrentamiento que tuvieron con Verlassen se basaban en eso, intentar que los heridos se recuperaran lo antes posible. Los entrenamientos habían sido cancelados hasta que la mayoría estuviera en buenas condiciones para seguir y quienes ya se encontraban bien podían entrenar si querían, pero también tenían que cuidar de sus compañeros de vez en cuando, todo esto por órdenes de su instructor. El hombre había notado cuál era el problema y por qué perdió a tantos cadetes, la tropa no sabía trabajar como lo que era, todos atacaron y defendieron por su cuenta dejando de lado que eran un equipo y que hubieran salido victoriosos y con menos bajas si se hubieran unido. Se sentía un poco decepcionado por eso, solo un poco.

The forgotten Kingdom | MichaengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora