Nueve

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— ¡Muévete Im! Solo faltamos nosotras.

Mina golpeaba continuamente el muro buscando apresurar a la mayor, quien estaba demasiado ocupada cepillando su cabello como para prestarle la más mínima atención.

— ¡Es solo un entrenamiento! — Se quejó girando hacia la menor para darle una mala mirada—. Cálmate, nadie va a morir si tardamos cinco minutos más.

— No es solo un entrenamiento, Nayeon— gruñó entre dientes cruzando los brazos sobre su pecho—. Es el último antes de ir a una muerte segura. Y si no vamos, esa muerte será hoy.

— Eres una exagerada, Mina. — Nayeon finalmente bajó el cepillo, se miró una última vez al espejo y sonrió con satisfacción, incluso en el ejército se veía preciosa—. ¿Qué tal me veo?

— Alucinante, ahora mueve tu trasero aquí.

Entre empujones y quejas llegaron hasta donde el resto de la tropa se encontraba unido, quedando justo detrás de un pequeño grupo que cubría parcialmente su vista.

— Hey— murmuró tocando el hombro del chico frente a ella, quien tuvo que agacharse un poco para poder escucharla—. ¿Qué ha dicho el instructor?

— Que, si no cierras la boca, Myoui, te enviaré a correr hasta que mueras del cansancio— exclamó con fuerza el hombre sin tener que moverse de su lugar—. ¿Quieres eso?

La mencionada sintió los colores subir a sus mejillas cuando las miradas se posaron sobre ella, y todo empeoró cuando Nayeon no pudo disimular su risa al notar su rostro de pánico. Se tragó la vergüenza y negó firmemente.

— ¡No, señor! Lo lamento.

— Entonces cállate y escucha.

Mina asintió con rapidez intentado mantener la compostura, eso había sido vergonzoso.

— ¿No es encantador? — Nayeon se burló en voz extremadamente baja, sin dirigirle realmente una mirada, pero con una gran sonrisa en el rostro.

Un golpe en las costillas fue suficiente para callarla por completo.

— Como iba diciendo. — Comenzó a hablar nuevamente—. Hoy es su último entrenamiento, pero no significa que deban esforzarse menos o creer que será sencillo. El día de mañana estarán oficialmente dentro de las tropas que protegen este reino y a sus ciudadanos, ustedes serán responsables de la seguridad de cada vida existente una vez salgan a combate. — Su mirada pasó por cada uno de ellos, sabiendo quiénes realmente valían la pena—. Me han demostrado que son suficientemente capaces de salir con vida en un enfrentamiento, hoy quiero que me demuestren todo lo que son capaces de hacer. Junto a los comandantes de cada sección del ejército preparamos una serie de pruebas, basadas en estas serán enviados el día de mañana a sus nuevas tropas, ¿queda claro?

— ¡Si, señor!

La respuesta fue fuerte y totalmente clara.

Con rapidez fueron llevados al campo de entrenamiento. El lugar estaba lleno de nuevos circuitos que tendrían que pasar de distintas formas, individualmente, en parejas y en equipos. Mina miró disimuladamente a su derecha mientras el instructor se encargaba de dividirlos en parejas, había tres hombres de pie con blocs de notas en sus manos, todos y cada uno de ellos luciendo los tres distintos escudos en un costado de sus chaquetas, con miradas serias y notables señales de cansancio en sus rostros. Ellos tres, eran sus futuros jefes.

Mina suspiró dejando que su mirada viajara por el uniforme de cada uno, podía notar la diferencia por mil cosas más que solo el escudo en sus pechos. El Ejército Exterior con prendas que podían fácilmente confundirse con el ambiente, totalmente entendible; la Policía Civil con pequeños destellos en sus ropas que permitían a los ciudadanos reconocerlos fácilmente y después tenía a la Policía Interna, la élite dentro de todo el Ejército.

The forgotten Kingdom | MichaengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora