Dieciséis

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— ¿Por qué tienes que entrenarme tú? — La princesa Mina se quejó en voz alta bajando su espada para apoyarse en sus piernas.

Tomó respiraciones profundas intentando controlar su acelerado corazón. Le dolían las manos de cargar la pesada espada, sus piernas temblaban por el esfuerzo de mantenerla en pie y el molesto sudor hacía que sus ojos picaran. Chaeyoung no estaba lejos de tener la misma imagen: su respiración era agitada, tenía el cabello desordenado y desde su lugar podía ver las gotas de sudor bajar por su frente. Aun así, se veía mucho más fresca que Mina.

Desde que Chaeyoung aceptó la petición de estar con ella, los entrenamientos ahora eran mucho más intensos y fuertes que los del resto de los soldados. No tenía idea de cómo Chaeyoung podía entrenarla cuando se suponía que aún eran novatas en la tropa. Esperaba que el comandante Reiss siguiera entrenándolas a ambas, pero se equivocó. Los entrenamientos nocturnos que solían tener no eran nada en comparación con los nuevos. Lo entendía hasta cierto punto: Chaeyoung la había ayudado a que sus habilidades fueran suficientes para el Ejército Exterior. Pero ahora no solo era parte de la Policía Interna, sino también la maldita princesa y futura reina. Tenía que exigirse mucho más que antes. No podía depender totalmente de la soldado, eso la convertiría en una carga y un gran peso cuando entrara en batalla. Debía saber defenderse y atacar.

— Porque pelearás a mi lado, princesa — respondió la soldado accediendo a su petición silenciosa de darse un descanso, dejó caer la espada y se sentó en el césped con un quejido —. Veo mejorías, tienes más resistencia, pero debemos trabajar en tu ataque.

— ¿No es suficiente con saber defenderme?

Chaeyoung rio haciendo una seña para que Mina también tomara asiento, espero pacientemente a que la princesa tirara la espada al suelo y se dejara caer a su lado con un sonido sordo que la alteró un poco, su espalda podía dañarse.

— No ganas una guerra solo defendiéndote — dijo con obviedad, recibiendo unos ojos en blanco como respuesta —. Con el comandante Reiss hemos discutido algunas de las estrategias del Ejercito Exterior.

— ¿De verdad? — cuestionó alzando las cejas con curiosidad —. ¿Y qué tal todo? ¿Han descubierto algo de Verlassen?

— Formaciones, algunas armas, nada realmente relevante. — La soldado alzó los hombros con un suspiro —. Creemos que el comandante Minho y sus tropas se dirigen al Norte, pienso en que pueden estar buscando la manera de entrar al castillo o acercarse.

— Vaya, siempre creí que tendrían nombres más interesantes — dijo recibiendo una mirada de confusión de parte de Chaeyoung —. No sabía que su comandante se llamaba Minho.

— Somos vecinos — respondió con una pequeña risa —. El Rey se llama Alistair, no podíamos esperar mucho de eso.

Mina sonrió y separó los labios para responder, pero los pasos acelerados acercándose a ellas la distrajeron de su conversación, miraron a su derecha por donde una Sana agitada se acercaba demasiado rápido, con el rostro brillando en sudor y una expresión preocupada en el mismo. La princesa se puso de pie con la soldado siguiendo sus pasos, ambas sintiendo como con la llegada de la mujer el ambiente había pasado de ser tranquilo a volverse tenso, se encontraba confundida y nerviosa.

— ¿Qué pasa, Sana? — preguntó en cuanto la consejera del Rey estuvo frente a ellas, escuchando su pregunta notó su voz sonar más aguda de lo que recordaba.

— Princesa... — Comenzó a hablar la mujer pasando su mirada preocupada de Mina a Chaeyoung, su pecho subía y bajaba con rapidez —. El Rey... Su padre está mal.

El mundo de Mina se detuvo, dejó de escuchar las siguientes palabras que salieron de la boca de la mujer y no pudo concentrarse en nada más que la imagen de su padre muriendo. Sabía que su padre tenía mucho tiempo enfermo, una enfermedad que nadie en ese reino conocía y, por consiguiente, no tenía cura conocida, ni siquiera tenía un nombre; una enfermedad mortal que lo estaba matando poco a poco.

The forgotten Kingdom | MichaengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora