Quince

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Chaeyoung caminaba con prisa detrás del comandante Reiss. Había sido despertada a primera hora de la mañana sin ningún aviso previo. Se vistió lo más rápido que pudo y corrió detrás del hombre que la estaba apresurando. Reiss caminaba con pasos largos y un rostro demasiado serio, al punto en el que Chaeyoung se preguntó si estaba en problemas o si había hecho algo mal el día anterior. ¿Habían encontrado algo malo en ella? De la nada, un pánico se apoderó de su cuerpo. No quería terminar como el excadete Christopher. Aún se le revolvía el estómago al pensar en lo que pudieron haberle hecho.

— Perdone, comandante — habló con la voz más tranquila que pudo —. ¿Hacia dónde nos dirigimos? No fui informada al respecto.

El comandante le dio una mirada de reojo manteniéndose en silencio por varios segundos, giró hacia la derecha en el pasillo y cuando Chaeyoung comenzó a reconocer el recorrido quiso salir corriendo de ese lugar, Reiss la estaba llevando con el Rey. Sus pasos se volvieron indecisos, al punto de quedarse atrás en comparación con el comandante, quien al notarlo detuvo su caminata y giró en búsqueda de su mirada.

— Soldado, ha sido asignada para una misión muy importante — explicó al verla poco dispuesta a continuar caminando —. No tiene nada de qué preocuparse, me atrevo a confesarle que yo quería ese puesto.

— ¿Disculpe? ­— Chaeyoung aceleró el paso cuando el comandante volvió a retomar el recorrido, de nuevo su mirada seria al frente con pasos determinados y largos, cada vez más cerca de la enorme puerta que comenzaba a asustarla —. Lo siento señor, no entiendo a qué se refiere.

— Es muy afortunada, soldado — habló el hombre deteniéndose frente a la habitación, dio dos golpes pausados y antes de abrir la puerta giró a mirarla—. O muy desafortunada, depende de cómo lo vea.

La gran iluminación del lugar la hizo entrecerrar los ojos, había un gran ventanal frente a ella por el cual la luz del sol entraba en su totalidad, dándole directamente en la cara y cegándola por un momento, el tiempo suficiente para calmarse antes de notar la figura del Rey frente a ella. Con rapidez se recompuso, arregló su postura y dio la inclinación de protocolo.

— Mi Rey. — Su voz sonó fuerte y claro mientras su cabeza se mantuvo abajo por unos segundos, no recordaba cuando fue la última vez que había hecho algo así, pero sabía que lo estaba haciendo bien —. ¿Me ha llamado?

— Soldado Chaeyoung. — La voz del hombre la hizo enfocarse en él, era la primera vez que lo veía y de verdad quedó sorprendida —. Es un placer conocer a la mejor cadete de su generación.

Fue muy extraño para Chaeyoung ver por fin al Rey. Se esperaba a un hombre enorme, corpulento e intimidante, pero en realidad Akira no era precisamente eso. Su mirada era suave y amable, sus facciones eran firmes y marcadas, pero no mostraban hostilidad en su rostro. Sí que era grande, pero no corpulento, solo un poco más alto que el promedio en el reino. Su rostro se encontraba pálido y debajo de sus ojos marrones tenía ojeras muy marcadas. Se veía enfermo, demasiado enfermo, más delgado de lo que debería para su estatura. Chaeyoung lo observó unos segundos más, le resultaba muy familiar.

— Apreció sus palabras, señor — respondió sintiendo algo crecer dentro de ella, se sentía bien que reconocieran su esfuerzo—. ¿Hay algo en lo que pueda ayudarle?

— Ah sí, por supuesto. — El Rey asintió casi como si lo hubiera olvidado, con pasos largos y pausados se acercó a una puerta a su derecha y entró con Chaeyoung siguiéndolo en silencio.

La soldado no se detuvo mucho tiempo a mirar a su alrededor, más allá de no querer faltarle al respeto al hombre y parecer poco profesional. Su atención se centró en una mujer rubia con un uniforme particular. La mujer le sonreía levemente y, al hacer contacto visual, la recordó en uno de sus entrenamientos, específicamente el primero. Si ella estaba ahí, entonces se trataba de alguien con un buen puesto, ¿consejera tal vez? Le dedicó una corta sonrisa y un saludo silencioso, regresando su mirada al hombre que se encontraba acercando una silla más a una pequeña mesa cerca de la esquina derecha de la habitación. Tomó asiento y señaló la silla frente a él. Chaeyoung no tardó en acceder a su petición y tomar asiento de la manera más respetuosa que se le pudo ocurrir.

The forgotten Kingdom | MichaengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora