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Tan corta como la vida de una flor de cerezo

—¡¡¡Los amo!!! –gritó con énfasis en amo. El gran felino de tres cabezas no entendía el porque del comportamiento de su dueña–

—Solo los has alentado a tomar nuevas ideas.. –dijo con pereza Ares, Sakura infló las mejillas–

Ambos estaban en el patio trasero del templo, ahora ya con sus típicas vestimentas blancas, así como suelen usarla día tras día. Lo que discutían era importante, importante para Ares y complicado para Sakura. Cómo lograría que los cultivos de los aldeanos crecieran si en todo el año no ha caído ni una gota de agua...

—Humm.. no lo sé.. –sono deprimida. Ares negó de brazos cruzados–

—Tienes que controlar tu poder y expulsarlo...

—Expulsarlo.. –esa palabra la tenía muy en mente, rondaba y rondaba como una abeja por toda su cabeza– ..durante aquella comida un jarrón de cerámica explotó..

—Eso no sirve de mucha ayuda, necesitas que las plantas crezcan no que exploten.. –Sakura se golpeó el rostro–

—No en ese sentido.. –fruncio el entrecejo pero luego sonrió soñadora– ..fue mágico, como si aquel helecho creciera para convertirse en un enorme árbol..

—No creo que sean de la misma familia.. –ella hizo un puchero, de verdad que Ares era muy molesto cuando tomaba confianza, aunque también era respetuoso ya que sabía hasta donde medirse con la confianza que ahora le tenía– ..escuché que aquella vez te enojaste..

—¿De quien lo escuchaste? –sono incrédula–

—Eso no importa, tal vez puedas realizar lo mismo..

—No era enojo, más bien era como impaciencia.. esperaba con ansias ha qué Poseidón diera su cara.. –refunfuño por lo bajo. El gato de tres cabezas camino hasta acurrucarse en el regazo de la chica, ella acarició sus tres cabezas y luego levantó la vista– ..bailaré para ellos..

Ares río, cosas como esas no siempre le sucedían, esa dulce pelirrosa era una cajita de sorpresas...

—Tendras que ir con Shiva para que te enseñe a bailar..

—¿Shiva? –torció la cabeza confundida–

—El jefe de los dioses de la India.. –Sakura asintió–

...

Y así fue como Sakura bailo por tres noches y por tres días, solo deteniéndose ocasionalmente para comer o descansar. Ella sabía que de alguna forma la siembra de la gente iban a crecer. Al menos que fuera de una manera feliz dando su mayor esfuerzo y no de una manera mala donde sus emociones negativas colisionen violentamente.

Esas tres noches y tres días fueron llamados "Los años de la abundancia". Así era, la vida para un dios es lenta, pero para un mortal el tiempo pasa como agua entre las manos. Sakura no se había dado cuenta del tiempo que pasó bailando, dando su mayor esfuerzo, siempre con una sonrisa en sus labios, sus pies dolían y aún así el brillo en su rostro no desaparecía. Ares la vio de principio a fin, el sabía que ella aún no entendía la vida de un dios. Y cuando se detuvo, el estuvo ahí observándola, como se detenía y descansaba tirada de largo a largo en el pasto.

—¿Cómo baile? –pregunto feliz–

—Maravilloso..

—¿Cres que eso sea suficiente? –preguntó cohibida–

—Mas que suficiente, colocaste todas tus emociones positivas en ese baile.. extraño fuera que nada creciera...

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Ambos bajaron nuevamente al pueblo. Y lo que vieron fue más de lo que esperaban. La vida había cambiado para bien, las personas eran felices con sus nuevas cosechas, no habían enfermedades y todos en el pueblo sonreían.

Sakura mostraba su mayor sonrisa, una sonrisa tan brillante y calida como el sol. Camino entre la multitud de gente esperando ver a algún pueblerino de aquel entonces, pero no reconocía a ninguno...

—¿Que sucede? ¿Ares, porque todo es tan diferente? –Ares la tomo de su pequeño hombro. Sakura levantó el rostro para poderlo ver–

—Ellos ya murieron.. –los ojos de la pelirrosa se abrieron como platos–

—N-No.. hace tres días vine a este pueblo, no es posible.. –Ares movió la cabeza y la hizo voltear hacia enfrente– ..A-Ahí están!! Ves, aún siguen vivos...

La chica corrió hasta aquel grupo de hombres y mujeres que se encontraban reunidos en un pequeño mercado de frutas y verduras, eran ellos!! Ella lo sabía, eran ellos. Sus pies se detuvieron a metros de distancia, una brisa de viento hizo que su sombrero saliera volando, todo su cabello se esparció por su espalda y parte de sus piernas...

—Valla!! –una mujer, la mujer que le había gritado tres días antes camino hacia ella, pero, había algo extraño. Esa mujer que caminaba a su dirección no era la de aquella vez– ..la madre Gea te a bendecido con su color de cabello, eres una sacerdotisa??

—N-No..

—Deberías, una muchacha tan hermosa como tú sería perfecta para trasmitir las plegarias de nosotros los humanos a los dioses.. –la mujer cogió una manzana– ..tómala, hoy se cumplen treinta años de abundancia..

—Tre-Treinta, dijo?

—Hum, así es cariño, treinta años desde que la sacerdotisa Mereleona fue ha hablar con los dioses..

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—¿Porque? –preguntó confundida, además estaba aturdida por lo sucedido–

—Así es la vida de los humanos, es muy corta..

—Y Smoker y Pégasus?? ¿E-ellos aún siguen vivos? –Ares se sentó en el mismo tronco que la pelirrosa, aunque esté se rompió por su peso y ambos terminaron sentados en el suelo, ni siquiera le tomaron importancia a lo sucedido–

—Su vida es más corta que la de los dioses pero más larga que la de los humanos..

—Estoy muy confundida..

—Tranquila...

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Espero que les haya gustado.

◈♢Sakura contra la ira de los dioses♢◈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora