Capítulo 15

3.2K 394 45
                                    

-Ah, ah, ahhh... joder Gulf no sabía que esto podía ser tan placentero, por dios, joder, joder, joder, ohhh, oh, oh – era lo que alcanzaba a articular Mew mientras que Gulf lo cabalgada sin descanso. Estaban de nuevo en la habitación. Gulf empujó suavemente a Mew sobre la cama para él ubicarse encima. Miraba aquel miembro con hambre. Se habían corrido en la cocina, había sido intenso, el placer había sido arrasador. Pero no era suficiente. Quería más, quería más caricias de Mew, más gemidos de aquel hombre que por muchas noches se coló en sus fantasías. Así que no lo pensó dos veces, se sentó con osadía en aquella polla erecta, húmeda y caliente. Aún tenía su entrada dilatada, por lo que pudo hacerlo inmediatamente y con apenas preparación. Se movía sobre ese falo en círculos, sosteniéndose del pecho de Mew, mientras dejaba pequeños pellizcos sobre la piel que alcanzaba a tocar. El placer que estaba atravesando su cuerpo era descomunal.

-Me encantas Mew...- era lo único que repetía Gulf mirándolo a los ojos. Le encantaba ver a Mew luchando contra el placer, apretando su mandíbula, llevando su cabeza hacia arriba, se mordía los labios, gruñía y apretaba con fuerza los muslos de Gulf. De vez en cuando las miradas se encontraban, pero para Mew era otro estímulo, pues la expresión de Gulf era tan lasciva que desconectaba sus neuronas. Estaba a merced de Gulf y ambos lo disfrutaban a plenitud.

La cabalgata se alargó unos minutos más, no era como si pudieran aguantar mucho teniendo en cuenta la actividad que habían tenido anteriormente, así que después de moverse vigorosamente con el propósito de llegar al clímax, ambos lanzaron el gruñido que les hacía saber que el otro lo había alcanzado. Las contracciones de sus cuerpos, esos pequeños movimientos involuntarios les sacaba pequeñas sonrisas porque daba a entender el grado de placer alcanzado. Como no podía ser de otra manera, se quedaron dormidos.

Después de varias horas Gulf decidió que era suficiente de probar a Mew. Necesitaban regresar a la realidad. Podrían retomar el sexo en cualquier momento, pero no se podían olvidar que el mundo seguía su curso. Así que dejó varios besos a su amor, dejándolo dormir un momento más. Mientras tanto se dio un baño y empezó a limpiar a fondo a su apartamento. Sonreía pensando que quería que Mew se quedara ahí con él. Había empezado a mover sus cosas del closet para dejar un espacio para las cosas de Mew. También, mientras arreglaba las cosas de la cocina, pensaba en comprar cosas de pareja. Nunca había vivido con una pareja. Le hacía sumamente feliz que esa persona fuera Mew.

-Hola, esposo- fue el saludo de Mew abrazando desde atrás a Gulf, que terminaba de lavar los trastos en el lavaplatos. Ese saludo, esa palabra no le sentaba muy bien. Tendrían que hablarlo pronto.

-Hola ¿descansaste? – saludó Gulf dejando un beso en la mejilla de Mew. Él hizo un sonido en afirmación -me alegra amor- dijo dándose la vuelta para secarse las manos y abrazar por el cuello a Mew.

- ¿Quieres que haga algo de comer? – preguntó hundiendo su rostro en el cuello de Gulf.

- Estaba pensando que saliéramos a cenar, mejor ¿por qué no me ayudas a llevar el desastre de sabanas que tenemos en la cama a la lavadora? – responde soltándose para mirar a la cara a Mew.

-Claro que sí, yo hago lo que diga mi esposo- sonrió, dejó un beso en la nariz de Gulf y salió a hacer lo que le había solicitado.

Después de terminar de limpiar entre los dos el resto del apartamento salieron a buscar algo para cenar. Un par de hamburguesas calmó su hambre. Después de cenar regresaron para descansar. Se acomodaron, se abrazaron un rato, hablaron de diversas cosas.

- Mi casa es muy pequeña a comparación de tu mansión ¿estarás bien viviendo aquí? – preguntaba Gulf. Había conocido la casa antigua de Mew, llena de habitaciones, de obras de artes, de porcelanas antiguas y otras cosas. En cambio, Gulf entre más sencillo fuera su espacio vital más le atraía. Ese apartamento era cómodo, pero no tenía muchos lujos y mucho menos contaba con personas que vinieran a limpiar su casa. Él había aprendido hacerlo por sí solo. Sus padres le enseñaron a valerse por sí mismo. Así que no necesitaba de nadie más. Pero no sabía cómo era Mew y él no iba a hacer las veces de criada con él. Había cosas que aclarar.

Lo Juro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora