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—¿Crees que se atreva a hacer algo?

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—¿Crees que se atreva a hacer algo?

El rubio observó intensamente al otro alfa; Jungkook parecía una auténtica bestia enjaulada, la respiración errática y pesada retumbaba en las paredes silenciosas de la habitación, mientras que los gruñidos que escapaban de vez en vez de su boca eran prueba directa de la gran discordia que el pelinegro tenía con su animal interior.

Taehyung siempre se ha considerado alguien reservado. La verdad, los problemas amorosos de Jeon no son de su incumbencia y está a una queja más de dejarlo solo; sin embargo, sabe que no es conveniente. El menor es demasiado violento y temperamental, y una pelea entre dos miembros importantes del Dragón Negro entorpecería a la organización entera, y eso era algo que el rubio no podía permitir.

Decidió responder. —No lo creo, es su esposo después de todo.

—¿Y eso qué? —bramó con molestia—. Tú mismo has sido testigo de todas las mierdas que el hijo de puta de Namjoon le ha hecho a Jin —un nuevo gruñido emergió de su garganta—. Juro que si se atreve a tocarle un tan solo cabello voy a...

—Tú no harás nada —le cortó el mayor con mirada profunda—. Tus estúpidas acciones pueden afectar más al omega, ¿Entiendes eso?

El menor apretó los dientes. —Es mí omega.

—¿Según quién? —preguntó el rubio con una sonrisa ladeada—. Porque las pocas veces que lo he visto, es la marca de Kim la que adorna su cuello.

—Una marca que no durará por mucho —prometió Jeon.

Taehyung se puso de pie, estar sentado todo el tiempo mientras observaba al menor tan inquieto lo estaba mareando; se acercó a la pared lateral del lado izquierdo y empezó a acariciar con la yema de los dedos el arsenal de armas que estaban a completa disposición.

—Te arriesgas demasiado —comentó luego de algunos segundos de silencio—. Lo que provocarás es una guerra interna entre todos nosotros, un desequilibrio que podría dejarnos comiendo mugre —lo encaró, sujetando entre sus manos un látigo de cuero—. ¿Y todo por qué? Por un omega que está marcado y espera un cachorro de otro.

—Ese omega es todo lo que quiero —afirmó el menor—. Quizá tú no entiendas, pero no necesito que lo hagas —se acercó hasta el mayor—, lo único que quiero es que no intervengas.

Taehyung sonrió, mientras acariciaba con la punta del látigo todo el largo de la mandíbula del menor. —No eres más que un niño que ha perdido su juguete, y que ahora está haciendo berrinche para recuperarlo —sujetó con su mano derecha la negra cabellera, mientras que con la otra enrollaba el látigo en el cuello del contrario—. Un niño malcriado que necesita ser disciplinado —tiró con fuerza de los cabellos, Jungkook gruñó—; ¿Quieres que lo haga yo, cariño?

El menor rió por unos instantes, para luego sacar su lengua y pasearla por el labio inferior del rubio.

—Sabía que te había encantado tenerme en tu cama, pero nunca imaginé que tanto.

ɢᴀ́ɴsᴛᴇʀ ᵞᴹDonde viven las historias. Descúbrelo ahora