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No podía diferenciar el día de la noche, porque el lugar en el que permanecía siempre estaba oscuro

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No podía diferenciar el día de la noche, porque el lugar en el que permanecía siempre estaba oscuro. Pese al ambiente silencioso y denso, SeokJin no se sentía inquieto; llevaba días ahí, aunque no podría contar cuantos con exactitud. Es por eso que después del segundo día (contado en su mente) se permitió relajarse; si quisieran hacerle daño, ya lo hubiesen hecho hace tiempo.

Sus propios pensamientos eran una ola confusa que lo mantenían molesto consigo mismo. En ellos veía debilidad, miedo y sumisión; todo aquello que había repudiado estaba concentrado en su carácter débil, permitiendo que le lastimaran hasta un punto de quiebre total.

<<Después de todo, él siempre tuvo razón. Nunca estuve, ni estaré listo para sobrevivir en este mundo>> ese pensamiento se repite sin descanso, siendo el segundo más persistente que le ha mantenido por eternas madrugadas sin poder conciliar el sueño.

Sin embargo, esa era una verdad que muy en el fondo sabía. Recordarla no modificaba la estabilidad de su mente, ni tampoco suponía diferencia alguna en su propio auto desprecio. Lo que verdaderamente lo tenía en una constante tortura era el descubrimiento de la verdadera esencia del que creyó era su mejor amigo por los últimos cinco años.

Jimin... ¿O debería llamarlo Amox? Algo simple de responder, más él no podía hacerlo.

Se puso de pie y caminó hacia la ventana para poder vislumbrar algo fuera de toda aquella penumbra. Suspiró nuevamente porque lo único que pudo ver fue los espesos árboles que rodeaban la construcción en la que se encontraba, sumando sonidos amortiguados que casi siempre escuchaba a esa hora específica, pero que no podía reconocer lo que era, mucho menos saber lo que aquello significaba.

Calculó algunos cinco minutos ahí de pie y escuchando los mismos sonidos, luego de ese tiempo su cuerpo completo se puso tenso, cuando en medio de todo pasos lentos se escucharon claramente en la planta inferior, esos mismos que con tortuosa paciencia subían las escaleras hasta llegar a la habitación donde el omega Kim se encontraba.

El corazón palpitó con más rapidez y fuerza, el lobo en su interior se removió con inquietud, provocando que sus propios aromas se descontrolaran. SeokJin retrocedió un par de pasos a la vez que llevaba ambas manos a su vientre abultado, en todo ese tiempo no había recibido visitas, y, a juzgar por el lugar en el que se encontraba, que lo hiciera ahora no significaba algo bueno.

Esperó, y durante los últimos segundos no permitió que el oxígeno llenara sus pulmones. Demasiado alerta y asustado como para preocuparse por respirar, con una confusa combinación entre el miedo y la curiosidad por saber la identidad de su inesperado visitante.

La puerta fue abierta con suma delicadeza, casi parecía que el intruso no quería importunar, o eso fue lo que SeokJin pudo deducir en el mismo momento que ambos se vieron a los ojos.

ɢᴀ́ɴsᴛᴇʀ ᵞᴹDonde viven las historias. Descúbrelo ahora