II

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La señora Jagal no regresaría, ya lo había aceptado, luego de que pasaran tantos días, y no lo hiciera. Y Nadiame se encontraba sola, en un lugar que no conocía, con hambre, frío... Y mucha tristeza.

—Señora, señora —pronunció siguiendo a una mujer—. ¿Puede ayudarme?

—¿Qué quieres, niña? —le preguntó en un tono indiferente, observando el aspecto deplorable de la niña.

—Hace muchos días no como ¿Tiene-?

—Aish, ve a buscar a tu madre o tu padre, no andes molestando —le dijo haciéndola a un lado, para continuar su camino.

Los ojos de la pequeña se cubrieron de lágrimas, y se sentó en un rincón de la vereda, abrazando sus piernas. Si tan sólo ella supiera quiénes eran sus padres, los buscaría.

"—Te abandonaron en mi campo cuando eras un bebé, claramente estaban buscando que murieras. Yo te salvé, así que ahora me debes servicio, Nadiame." Le había dicho Jagal.

Sí, ni sus propios padres la habían querido.

***

TIEMPO DESPUÉS—

—¿Qué haces, Nadiame? —preguntó Gabrale entrando a la habitación.

—No sé leer, señor Gabrale, pero creo que puedo hacer algo con estos dibujos —sonrió continuando dibujándolos con el polvo del suelo.

—Son símbolos, y no podrás hacer nada si no sabes que dice allí —le dijo serio.

Por eso los superiores no le enseñaban a los demás, porque era una pérdida de tiempo.

Nadiame continuó dibujando los símbolos, y al terminar levantó la cabeza, para mirar a Gabrale que la estaba observando con cierto fastidio en su mirada.

—¿Y ahora qué se supone que harás?

—No sé leer, señor, pero creo que es un texto de invocación ¿No?

—¿Por qué piensas eso?

—Por ese dibujo de la criatura que parece un oso.

Gabrale frunció el ceño mirando el dibujo y luego a ella.

—No, no es un hechizo de invocación. El oso sólo es una representación de la fuerza adquirida por el poseedor al momento de hacerlo.

—Ah —pronunció pensativa.

Miró los símbolos en el suelo y extendió ambas manos hacia él. Sus ojos tomaron un color rojo, al igual que los símbolos, y en cuestión de segundos hizo aparecer un enorme oso de cuatro metros de altura en sótano de Gabrale, aturdiendo al Superior.

—¡¿Qué crees que hacés, estúpida?!

—¡Le dije que era un hechizo de invocación! —rio nerviosa, al ver a esa enorme criatura furiosa.

Y producto de sus mismos nervios, abrió una especie de portal junto al oso, y lo arrojó allí dentro, antes de cerrarlo y caer arrodillada en el suelo.

Gabrale la miró desconcertado, y ella sonrió incómoda.

—L-Lo siento.

—¿Cómo es que tú pudiste hacer eso? ¿Quién te enseñó a hacerlo? ¡Habla!

—N-Nadie.

—¡No me mientas!

—Le juro que nadie —le dijo cerrando los ojos con temor—. Sólo apareció en mi mente lo que debía hacer.

Es por eso que las mujeres no debían de tener energía, eran inestables, un peligro para todos. Y por el mismo motivo, los Takeils y superiores tenían prohibido procrear niñas.

Pero de algún modo, Nadiame había nacido, era hija de algún irresponsable que no se había cuidado.

—Ponte de pie.

—Sí, señor.

—Lo que acabas de hacer, sólo Takeils muy poderosos lo habrían hecho de forma tan rápida y automática como tú. Nadie sin conocimiento previo, puede invocar una criatura de esas dimensiones. Y mucho menos, abrir un portal dimensional.

—La señora que me cuidaba me abandonó en la ciudad cuando era una niña, sólo por hacer levitar paja. Señor Gabrale, yo no tengo control de mis conocimientos y habilidades, ellos simplemente... Aparecen cuando es necesario —pronunció bajo.

La tomó del rostro con una de sus manos, sin dañarla, y observó sus ojos verdes.

—Quisiera saber quiénes son tus padres, pero buscar la respuesta a ello, sería exponerte. A nadie le agrada la idea de tener una mujer con poder en Gianmat.

—¿P-Por qué?

—Porque la última que existió en nuestras tierras, casi destruye el mundo entero.

...

NadiameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora