XIX

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—Hola —sonrió apareciendo en medio de la sala de reunión, dónde se estaba a llevando a cabo una junta para hablar sobre Bakiela, y decidir que hacer con ella.

—¿Cómo mierda tú llegaste aquí? —preguntó con rabia Urafael, al verla a Nadiame.

La castaña arqueó una ceja, antes de reír bajo.

—¿Qué te pasa, cariño? Yo a ti ni te conozco.

—¿No? ¡Pero si te he visto merodear mi casa!

—Entonces seguramente tienes algo que me pertenece, o yo quiera liberar.

—Jamás le pondrás un dedo encima a mi hermana —masculló poniéndose de pie.

—Todos ustedes son iguales, nos ven como simples objetos de propiedad ¿Pero sabes qué? Eso cambiará a partir de ahora ¡Las Merezitas son libres! ¡No somos sus malditos objetos! —exclamó cubriendo su cuerpo de energía.

Detrás de ella aparecieron dos muchachas más, vistiendo del mismo modo, las tres con un pantalón y top negro ajustado al cuerpo, y una larga capa del mismo color, colgando de sus hombros.

—Desde hoy, todo Gianmat conocerá nuestro nombre, y libertad. Y quién se opongan, pues —sonrió mirando a Urafael, antes de tocar la mesa en frente de él y hacerla desaparecer—. Terminará como Mukamel.

—¡¿Cómo te atreves maldita put-!

Minrael desapareció, apareciendo detrás del pelirrojo, colocando una mano sobre su cuello, bloqueando su flujo de energía.

—Termina la palabra si te atreves, no te despertarás muy bien, si es que lo logras —susurró contra su oído.

Nadiame miró a su aprendiz, sonriendo orgullosa.

—Yo la escucharía si fuera tú.

Y con rabia, intentó hacerse hacia atrás para atacarla, pero la jovencita tocó dos puntos importantes de flujo, uno en su cuello, y el otro en su pecho, haciéndolo caer de frente al suelo. Abrió la boca, sintiendo que se estaba ahogando, tomándose del cuello con ambas manos.

—Te lo dijo, cariño, no intentes medir fuerza aquí —sonrió mirándolo retorcerse en el suelo, antes de observar a los demás—. Entonces ¿Necesitan más pruebas para vernos como su igual? Para entender de una vez por todas ¿Qué merecemos ser libres?

Gabrale la miró, serio, y fue uno de los superiores de segundo orden que levantó su mano, luciendo indiferente.

—Haz lo que quieras ahora, Nadiame, pero parte de nosotros jamás serás. Si quieres crear tu propia casa de séquitas, hazlo, nadie se opondrá a ti y tus "Merezitas". Pero ten presente que si van en contra de nuestras reglas, y nos desafían, suponiendo un peligro, serán perseguidas.

—No, no busco eso, sólo que las mujeres que ustedes consideran malditas, sean libres, educadas y respetadas sobre todo.

—Mientras sigan respeten nuestra sociedad, podrán vivir de ese modo, y tú responderás por ellas.

—Perfecto —sonrió, antes de mirar a Minrael—. Ya devuelve su flujo de energía, creo que tuvo una lección.

La castaña asintió con la cabeza, y se agachó junto a Urafael, tocando con la punta de sus dedos índice su cuello y pecho.

—Tu hermana conocerá la libertad ahora —le dijo en un tono bajo.

Caminó hasta Nadiame, y las tres desapareciendo, generando un largo silencio en la sala... Y qué todas las miradas recayeran en Gabrale.

—Les recuerdo que se acostó con la mayoría de aquí, no sólo conmigo. Todo lo que ella sabe hacer ahora, también se lo "enseñaron" ustedes —lea dijo poniéndose de pie—. Hasta que Urafael no se sienta mejor, la reunión se cancela.

***

—¡Bienvenidas a todas! —sonrió mirando a las nuevas muchachas y niñas que habían llegado a su santuario, sintiéndose tan feliz—. Hoy comienzan a vivir por primera vez, con identidad, honor, decencia, respeto, sintiéndose orgullosas por quiénes son, las Merezitas de Gianmat. Aquí nadie volverá a maltratarlas, jamás, y haremos que todos sepan eso.

—¿Es verdad que este lugar lo creaste tú? —se animó a preguntar una muchacha.

—Sí, todo lo que ven aquí, ha sido creado por mí, y es nuestro ahora —sonrió—. Este será nuestro nuevo hogar, aquí estarán protegidas, aprenderán a utilizar y controlar su energía, seremos la familia que siempre hemos soñado, y nos han negado. Aquí son libres.

...

Merezitas: Mujeres poderosas

NadiameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora