—Tiempo después—
Estaba tranquilamente en el sótano, haciendo unas pociones, cuando Gabrale apareció en él, luciendo furioso.
—Hola Gab, llegaste-
—¡¿Qué mierda hiciste?! —le gritó dándole un cachetazo, haciéndola tambalearse hacia atrás.
—¿Q-Qué?
—¡¿Qué hiciste, Nadiame?! ¡Dímelo! —le dijo furioso, completamente sacado de sí, tomándola del cuello—. ¡Ten el valor de decírmelo!
—N-No sé de q-que hablas —pronunció con dificultad, tomándolo de la muñeca con ambas manos.
—¿Crees que no me iba a enterar? ¡¿Qué jamás descubriría que te acuestas con otros?! —le gritó apretando más fuerte su cuello—. ¡¿Cómo te atreves a humillarme de este modo?!
Intentó explicarle, pero más fuerte la sujetó del cuello, asfixiándola.
—Después de todo lo que hice por ti ¡De lo que te di! ¡Me humillaste ante todo Gianmat! ¡Desobedecí una orden directa por ti! ¡Por una puta de mierda! ¡No vales nada, Nadiame! ¡Nada! —exclamó con rabia, soltándola de un fuerte empujón, que la hizo caer al suelo.
La joven castaña se tomó del cuello, intentando respirar, con los ojos cubiertos de lágrimas. Y lo vio acercarse una vez más, tan furioso, que ya temía lo peor.
—Debería asesinarte con mis propias manos, pero eso sería ensuciarme con sangre asquerosa como la tuya. Repulsión me causas al verte ahora, maldita puta —masculló apretando los puños—. Maldito el momento en que te conocí, y te permití entrar en mi vida —le dijo abriendo un portal bajo ella, haciéndola desparecer.
Quería destruir todo, quería... Asesinar a cada uno de los tipos con los cuales ella se había acostado.
Estaba tan herido.
***
—Cariño ¿Qué te pasó? —le preguntó una mujer muy hermosa de cabello negro, y ojos del mismo color, de aspecto asiático—. ¿Quién te hizo esto?
—M-Mi... P-Pareja —lloró angustiada, pronunciando las palabras con dificultad.
Gabrale le había apretado tan fuerte la garganta, que apenas y podía pronunciar algo, sintiendo un dolor terrible.
—¿Pero por qué? Mira como te he lastimado el cuello, y la mejilla —pronunció consternada, poniéndose de cuclillas junto a ella—. Los hombres a veces actúan como animales.
Nadiame cerró los ojos y lloró con tristeza, siendo abrazada por aquella desconocida.
—Tranquila, bonita, yo te ayudaré a aliviar ese dolor ¿De acuerdo? —sonrió envolviendo el cuerpo de la castaña en energía naranja—. Ya verás como poco a poco, va desapareciendo.
Nadiame se dejó consolar por aquella mujer, y sintió como el dolor iba desapareciendo, al menos el físico.
—¿Cuál es tu nombre?
—Me llamo Bakiela —sonrió—. ¿Y tú, muñeca?
—Nadiame.
La miró y sonrió, negando con la cabeza, tomándola del rostro con una de sus manos.
—Es un nombre horrible para una chica tan bonita como tú.
—Es lo que significo —pronunció en un tono bajo, antes de comenzar a sollozar.
—Oh cariño ¿Aún te duele la garganta? Ya no veo marcas en tu piel.
—N-No es e-eso —sollozó—. Yo l-lo quiero m-mucho a él, y a-ahora me odia —pronunció cubriéndose el rostro.
—Si él sintiera lo mismo por ti, jamás te habría dañado ¿No lo crees?
—Se enojó m-mucho conmigo.
—¿Qué podría justificar que te golpeara?
—Y-Yo... Tuve sexo con muchos hombres, pero sólo sexo, nada más. Lo único que estaba buscando era aprender. Pero él no me dejó explicarle.
—¿Cómo que aprender? ¿Aprender como hacerlo? —preguntó confundida.
—Aprendo nuevas habilidades mediante el sexo. He tenido sexo con muchos Takeils y superiores.
Bakiela abrió los ojos sorprendida y la miró incrédula.
—¿Tienes energía también? Pero no la siento en ti.
—Él me enseñó a ocultarla.
—¿Y quién es él?
—No puedo decir su nombre —sollozó.
—De acuerdo, cariño... ¿Y cómo es que aprendes nuevas habilidades mediante el sexo?
—Durante esa conexión que se forma, sus conocimientos son transmitidos hacia mi.
—Eso quiere decir ¿Qué tú habilidad es copiar otra? ¿Robas sus conocimientos?
...