XIV

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Un rugido se escuchó en toda la zona de batalla, que los dejó aturdidos por completo. Y los Takeils que se encontraban en la primera fila de batalla, fueron eliminados en un abrir y cerrar de ojos, hechos polvo.

—¡Acabe con todos, mi señor! —exclamó riendo desde el cielo Bakiela, atrapándolos en una especie de campo energético a los de la segunda hilera.

Nadiame vio a Gabrale tirado en el suelo, sin poder moverse, y no lo dudó, corrió hacia él, que estaba dentro de la zona de ataque.

—¿Qué crees que hacés? ¡Déjalo morir! —le gritó Bakiela, atacándola a ella con esferas de fuego—. ¡Debe morir como todos!

La castaña desapareció, apareciendo junto a Gabrale, y lo abrazó a ella, antes de desaparecer nuevamente con él, buscando un lugar seguro donde huir.

Aparecieron ambos en lo alto de una montaña, y desesperada lo acostó en el suelo, observando lo dañado que estaba.

—L-Lo siento —pronunció temblando, acercando sus manos al pecho de él—. Te sanaré.

—¿Por q-qué no me dejaste m-morir? —susurró con los ojos cerrados.

—No quiero que mueras, sólo... Qué sintieras un poco de mi dolor.

—Sigues siendo la misma débil de siempre, no llegarás a ningún lugar así. Te seguirán utilizando.

—No, claro que no, ésta será la última vez que me veas de este modo, llorando. Nada será igual a partir de hoy.

***

—¡¿Cómo te atreves a defender a un Superior?! ¡A nuestro enemigo! —le gritó Bakiela furiosa.

—Él no podía seguir peleando, estaba débil. Ni siquiera podía defenderse.

—¡Y es por eso que teníamos que acabar con él! Ellos no tienen piedad, misericordia ¡Y nosotras tampoco!

—Claramente yo no comparto tus ideas, Bakiela —le dijo seria.

—Si no las compartes ¿Qué sigues haciendo entonces aquí? ¿Para qué regresaste, Nadiame? ¡Vete! ¡Regresa con el bastardo ese! ¡Ya verás como te traiciona y te entrega! ¡Nadie va a defenderte!

—Yo no necesito que nadie me defienda —sonrió con burla—. Y mucho menos un hombre. ¿Sabes por qué? Porque yo no necesito a un macho para sentirme segura —le dijo mirándola a los ojos, antes de desvíar la mirada hacia la entidad que estaba detrás de ella, sin materializarse.

—Si no estás conmigo, estás en mi contra.

—Perfecto, seré la enemiga común de todo Gianmat —le dijo indiferente, antes de desaparecer.

Luego de regresar a Gabrale a su hogar, se había ido a buscar a su hija, porque sabía muy bien que Bakiela iba a reaccionar de ese modo. Debía ocultar a la niña, y ahora mucho menos podría tenerla con ella.

Había tenido que cambiar la imagen de la pequeña, para que no la reconocieran, e incluso colocar un hechizo sobre ella, para que tampoco pudieran sentir su energía.

El lugar donde se encontraba era seguro, siendo cuidada por un grupo de mujeres normales, pero controladas mentalmente por Nadiame, para que no pudieran traicionarla.

Apareció en la habitación donde la bebé dormía, y por unos minutos, se permitió olvidarse de todo. La tomó en brazos, y besó suavemente su frente, despertándola.

—Shh, no llores —sonrió con ternura, abriendo su camiseta para darle el pecho—. No podré estar todo el tiempo contigo, mi amor, no de forma presente, pero siempre estaré viéndote. Nadie jamás podrá dañarte, mi pequeña Eveael.

Le acarició suavemente el cabello, las mejillas, y observó sus ojitos oscuros, sonriendo.

—Eres tan hermosa, y amada.

...

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