El amigo de un amigo (+18)

X

Media hora o algo así después, llegamos a un edificio súper alto, de los más altos que he visto por aquí, saluda a alguien en la entrada y subimos en el ascensor hasta el último piso y pasamos al techo mediante unas escaleras. Aquí arriba hay una especie de terraza techada, iluminada con luces redondas amarillas. Sus columnas están cubiertas de verdes plantas y alrededor se encuentran muchas de ellas también, dándole un toque acogedor y natural al lugar. En el centro de aquella terraza se encuentra un tipo de camastro blanco acolchado elevado a unos 25 cm del suelo, en medio de este, dos copas y una botella de vino, me pregunto quién habrá puesto aquello allí.

Me hace señas para que me acerque mientras me deleito con la vista de la ciudad, las diversas luces que iluminan aquellos lugares que están tan alejados y tan cerca de nosotros, la playa que a penas se logra divisar gracias a las luces qué hay cerca de ellas, esto es hermoso.

–Es hermoso.–se me salen las palabras sin siquiera notarlo, maravillada.

–Lo es–dice

Toma mi mano y me hace sentar en el camastro, me ofrece una copa. Fija sus intensos orbes grisáceos en mi y tiemblo, es imponente.

–¿Por que no tienes novio?– pregunta con el seño fruncido –Me es difícil creer que alguien tan bonita como tu no tiene dueño.

–No soy una mercancía.

–Lo se, discúlpame , es que no logro aceptar que no estés con alguien.

–Tú tampoco lo estás–inquieto, dudosa.

Se levanta con la copa en mano, acercándose a la orilla, me acerco a él.

–¿Por que me pagas para estar contigo?–le pregunto.

–Porque es de la única forma en la que podría tenerte.—me mira fijamente.

–¿Tenerme? —inquiero dudosa.

Niega y acerca la copa a sus labios, dando un trago largo.

–Nada–me dice, su actitud ha cambiado completamente. Su actitud desecha siendo sustituida por una carcasa impenetrable.

Quisiera poner objeciones pero las omito, me limito a observar el paisaje junto a el. La brisa fresca hace oleadas con mi cabello, desde aquí se escuchan un poco las bocinas de los coches, el lugar es amplio. Siento su mirada en mi y su cuerpo acercarse. Se acerca lentamente a mi y me besa. Este es un beso suave, besa despacio, suave y sin prisa. Posa las palmas de sus manos en mis mejillas y yo le correspondo el beso. Me pongo de puntitas y aferro a su nuca mientras nos besamos. Las copas de vino quedan olvidadas, solo somos nosotros dos mientras nos besamos, con la luna siendo la única testigo.

Alek me sube a él a horcajadas mientras nos besamos, camina conmigo hasta el acolchado y me deposita ahí, quita la botella y continuamos besándonos. desabrocho su camisa hasta quitársela e intento quitar su correa pero no puedo, el sonríe entre besos y se la quita, bajando un poco sus pantalones. Me quita también el enterizo quedando solo en unas finas bragas negras ya que no llevo sostén. Se queda quieto unos largos segundos, contemplando mi cuerpo recostado sobre el colchón, haciéndome temblar ante su mirada gris y vuelve a besarme.

Alek posa sus codos a cada lado de mi cabeza y me observa, con una de sus manos toca mi cabello y luego mi rostro, sus ojos se encuentran tan oscuros que bajo la tenue luz que se encuentra me parecen negros. Su mirada es hipnotizante y soy incapaz de dejar de verle. Nuevamente me besa, besa mis pechos y sigue bajando hasta llegar a mis bragas y sacarlas. Segundos después siento su lengua ahí, haciéndome sentir cosquillas en mi punto más sensible mientras adentra un dedo a mi interior. Lame y chupa al tiempo que sumerge lentamente otro dedo en mi y los mueve al compás de su lengua hasta que me lleva al borde del orgasmo y con ganas de más. Pero vuelve otra vez a mi boca, besándome suave y acariciando mis pechos con vehemencia. Baja sus pantalones junto con sus bóxers y despacio, introduce su miembro en mi. Se mueve lento, al igual que todas y cada una de nuestras acciones. Una y otra vez me llena con su miembro, despacio, acariciándome con cada una de sus embestidas mientras poco a poco le insto para aumentar la velocidad. El espacio se vuelve gemidos y en mi mente no está nada más que este momento y las interminables estrellas en nuestras cabezas.

Pierdo la cuenta de las tantas veces que lo hacemos esta noche, cuantas veces llegamos al clímax, así como también pierdo el momento en el que nos acabamos todo el vino luego de varias horas de sexo y susurros casuales que luego nos hacen volver al hotel. De camino allí guardamos silencio, al llegar intento salir pero me dice que espere dentro para abrir la puerta por mi, le entrega las llaves de su coche a un chico que trabaja aquí y subimos al ascensor. Al llegar a nuestra planta planeo despedirme para ir a mi cuarto pero él me lo impide.

—Quédate, por favor.

Su petición me toma por sorpresa pero aún así le acepto.

—Claro, dame un momento para buscar mi celular y algunas cosas al cuarto.— Él asiente y me acompaña hasta allí.

Busco mi cepillo de dientes, un pijama cómodo, mi celular y mi neceser. Caminamos a su cuarto luego de asegurarme de cerrar el mío y nos adentramos al de el.

—¿puedo tomar una toalla?

Asiente, se encamina a por un par de toallas y me las pasa. Me adentro al baño, abro y siento el agua caliente recorrer mi cuerpo cuando siento que su cuerpo se pega a mi. Me doy la vuelta quedando de frente a él. Se encuentra completamente desnudo, sus manos levantan mi rostro para mirar el suyo y me besa. Me besa y baja sus manos por mi cuerpo, enviando corrientes por todo dentro de él. Pone sus manos en mis nalgas y me levanta sosteniéndose de ellas e introduce suavemente su miembro en mi. Me sostiene por los glúteos y yo me aferro a su cuello mientras intento mover mi cuerpo al compás del suyo.

Más tarde, nos encontramos comiendo unos bocadillos junto con algún vino que ha pedido al cuarto, deben ser más de las 2 am y aún seguimos despiertos. Estamos encima de la cama, yo vistiendo un suéter sin sostén y bragas, y Alek con simplemente unos bóxers blancos.

La verdad es que cuando el amigo de mike especificó que el trabajo consistía en acostarme con alguien de la cual no conocía, me negué demasiado pero luego de insistir y considerarlo, aunque pensé que la pasaría horrible ha sido muy a lo contrario, si bien casi no nos conocemos, me cae muy bien y la he pasado de maravilla estos días con el.