XXV

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Luego de Alek controlarse, ahora se encuentra tendido en mi sofá. Tras una larga ducha haberle echo tomarse un par de botellas de agua aún sigue despierto.

Podría atreverme a decir que ya se encuentra cerca de estar en sus cinco sentidos, sin embargo, aún no me atrevo a afirmarlo.

Me siento frente a él en el suelo, llamando su atención. Ahora mismo quiero saber por qué se encontraba descontrolado pidiendo que le perdone.

—Alek—digo suavemente para no presionarlo.

El fija sus hermosos ojos en mi, se encuentran un poco rojos por haber llorado.

—Por favor, dime qué pasa Alek.

—Te lo diré, con una sola condición.—dice, suplicante, tomándome de las manos.

—¿cuál condición?

—Que no me alejarás después de decirte. Prométeme que no te alejarás de mi, por favor—yo asiento, aún no muy convencida. Deseosa del saber.

—Dime Alek, no me alejaré de ti.—le aseguro aún dudosa.

—Una noche, más bien madrugada, estuvimos en nuestro bar favorito unos amigos y yo, estuvimos hay toda la noche bromeando y haciendo apuestas, también estaba mi hermano.—Suspira y se pasa las manos por la cabeza.

Me encuentro frente a él aun sentada en el suelo, a la espera, a la expectativa, dudosa. Su voz suena rasposa, pesada y triste, como si no quisiera seguir hablando, aún así continúa. 

Tampoco sabía que él tenía un hermano.

—Vimos a un par de chicas tomar, apostamos unas cuantas veces a bailar con alguna de ellas, unas se negaron y otras aceptaban. Hubo una en especial que siempre se negó a hablar con cualquiera de ellos, siempre que alguno se le acercaba ella los ignoraba deliberadamente, ya para ese momento yo había parado lo de las apuestas pero mi hermano y sus amigos continuaban con aquel odioso juego.

No entiendo porqué toda esta situación se va sintiendo tontamente conocida, como si estuviese en una especie de déjà vu el cual no soy capaz de impedir su continuidad.

—La apuesta final de la noche fue el que pudiera acostarse con aquella chica que tanto se había negado a hablar con alguno de ellos ganaría el juego, pero así como las anteriores veces, ninguno pudo.

—Mucho más tarde anuncié que ya me marcharía, por lo que algunos más hicieron lo mismo. Iba tan borracho que a penas podía sostenerme en mis propios pies cuando escuché a alguien gritar. Ya me encontraba afuera del local intentando encontrar un taxi, pero fui a ver qué pasaba y a socorrer a quien gritaba cuando vi que mis amigos estaban rodeando a una chica que desesperaba pedía ayuda de la gente poca gente que estaba por allí pero que nadie se inmutaba.

A mi mente llegan miles de imágenes que pasan cómo
Flashback por mi mente, imágenes que repito día a día en mis malditas pesadillas. Yo siento tomada por el cabello, pateada, manoseada, violada...

La sensación de asfixia me embarga pero trato de mantener la compostura porque quiero que siga, quiero escuchar todo lo que me tiene por decir, aún si aquello sea el causante de que toda mi cordura termine de desmoronarse en el proceso.

—Ellos me llamaron, me invitaron a que los siguiera, yo quise detenerlos pero no lo intenté. No lo intenté porque estaba tan empeñado en mantenerme de pie que no podía hacer nada más que eso. Y ahí, en mis intentos de recomponerme pude ver a mi hermano, pude ver a mi hermano tomar a aquella chica por la fuerza mientras otros la tocaban y evitaban que yo lo impidiera.

No lo dejo seguir, cada palabra que dice hace que mi corazón se rompa cada vez más. El siempre lo supo. Siempre supo de mi violación y quienes me habían violentado y no hizo nada. Intento mantener la compostura, pero una oleada de ahogo y tristeza se esparce por todo mi cuerpo y siento que poco a poco me va costando respirar.

El amigo de un amigo (+18) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora