Alcohol, drogas y sexo.
Eso es lo que se respira en esta casa. Las luces son bajas y la música retumba en las paredes como golpes de puños.
El sudor gotea por mi piel obligando al vodka a abandonar mi sistema, no le doy una tarea fácil teniendo en cuenta que esta ya es la segunda botella que bebo en la noche.
Cuerpos húmedos se menean a mi alrededor refregándose contra mí, la excitación danza en el lugar como un halo invisible, a lo mejor hasta se mezcló con el humo que expiden los cigarros. Hago caso omiso a las náuseas que me genera, como lo hago siempre.
—Deberíamos irnos —me repite Sasha, por cuarta vez en la noche—, pronto alguien llamará a la policía y estaremos en problemas.
—Vete tú, yo no tengo intenciones de poner un pie afuera.
Suspira cansada y vuelve sus pasos y se deja caer en el sofá, y desde allí no me quita la vista de encima.
Sasha más que parecer mi amiga parece mi mamá gallina, si viene a este tipo de fiestas es porque sabe que yo vendré y se pasa toda la noche cuidándome. Los primeros tiempos me pareció irritante, ahora simplemente lo ignoro, allá ella si quiere perder su tiempo detrás de alguien que no vale la pena.
Una hora después, mis pies se cansan y voy junto a ella, aparto a un idiota que la está violando con la mirada y me dejo caer a su lado.
—Huele horrible —se queja. Cómo siempre—, no sé cómo soportas estar aquí mucho tiempo.
—Porque me da igual —repongo—, si no te gusta no tendrías por qué haber venido.
—Sabes que no te dejaría sola, estas cosas son peligrosas.
—Peligroso es tirarse de un acantilado, lo hice la semana pasada y aquí estoy, borracha y coleando.
Niega decepcionada, no le hago caso, ya estoy acostumbrada a que me mire así. Me da lástima que siga luchando para que salga del agujero en el que estoy. No se puede ayudar a quien no quiere ser ayudado, me da más pesar que ella no entienda eso.
Llevo la boca de la botella a mis labios y bebo como si fuera una mísera agua. El ardor ya no está, mi garganta se hizo tan amiga de la sensación que ahora para ella es un simple cosquilleo.
—Si sigues así terminarás en un coma etílico.
—Lo agradecería, a lo mejor eso sí me mata.
—K —suspira. Me toma de la mano y la levanta ligeramente. —, esto ya te está matando, ¿dónde está mi amiga? Yo la quiero a ella, no a esta copia barata que solo se mueve por inercia y que en cada paso se lastima más y más.
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Querido, Sol: Sáname
RomanceHay amores que duran poco, pero que impactan con la fuerza de la explosión de una supernova. En los libros son comunes, en la vida real son escasos. Bruce fue mi supernova. Llegó y arrasó con todo lo que me hacía ser quién era, me pintó el universo...