T R E I N T A Y U N O

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Maratón 3/3

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Maratón 3/3

Pov: Logan.

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—Voy a follarte —anuncio.

Aparto su braga de encaje hacia un costado y paso los dedos por su humedad. Ya está más que lista para recibirme.

—Hazlo —ordena.

La giro con un rápido movimiento y abro sus piernas sobre la mesa. Su espalda queda arqueada, pues sus muñecas siguen atadas a su espalda. Su vagina queda expuesta ante mí y el pene me palpita al ver sus labios entreabiertos y húmedos por causa de su excitación. Bajo la cabeza y lamo su superficie. Suelta un leve gemido que trata de ocultar, pero no puede.

Mis labios se humedecen y mis papilas gustativas se llenan de su delicioso sabor.

—Qué rica —susurro sobre ella.

Me quito los pantalones por completo y los lanzo hacia un costado.

—Doctorcito…

Chupo su clítoris acallándola. Muevo la lengua paseándola por sus labios menores y jugando con su pequeño orificio de entrada. Sus caderas se mueven hacia delante y hacia atrás y creo que lo hace más por instinto, necesita que la penetre, sin embargo, yo necesito saborearla más.

—Estate quieta —demando propinándole una nalgada. Se queda quieta al instante.

Irónico, ella no acata las órdenes de nadie sin meterle un pero y aquí está ahora, asumiendo cada orden sin chistar.

Pero no me quejo, adoro su lado sumiso, aunque me prende que su mirada no pierda el aura rebelde.

Me ensaño con vagina durante un par de minutos más. Los suficientes para que esté al borde el orgasmo, pero sin llegar a él, debo admitir que tiene una gran resistencia.

—Por favor —suplica cuando sus piernas se empiezan a cerrar por sí solas y el temblor le mueve todo el cuerpo.

Sujeto sus muslos, me aparto de ella, mis labios y barbilla están brillantes por su humedad.

La siento y la obligo a rodear mi cadera con sus piernas, el glande de mi pene queda en medio de sus nalgas. Sujeto su cadera y la levanto.

Jadea por la sorpresa.

Avanzo hacia las escaleras y empiezo a arribarlas con ella en mis brazos. La muy traviesa lleva su boca mi cuello y deja un rastro húmedo con sus besos ávidos. Llegamos a la parte superior del penthouse y recorro el pasillo y paro frente a la habitación principal. Pateo la puerta y la abro de par en par. Ella deja mi cuello y ataca mis labios de forma salvaje.

Su perfume me vuelve loco y no pierdo tiempo en dejarla caer sobre las sábanas de satén de mi cama. Suelta un gritito por la sorpresa, libero sus muñecas y no pierde el tiempo y tomar mi rostro y continuar besándome, paso una pierna en medio de las suyas y la abro, ella las vuelve a rodear a mi cintura y nuestras zonas bajas se rozan con cada movimiento. Pongo mis manos a cada lado de su cabeza y apoyo mi peso en mis codos para no caer sobre ella. Suelto los botones de su falda y se la quito con ella levantando el trasero para darme facilidad, con las bragas no me esmero, simplemente las rompo y vuelvo a atacar sus labios.

Querido, Sol: SánameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora