Sigo varias páginas en Pinterest que se basan únicamente en hombres apuestos. La mayoría parecen pulidos por los mismos ángeles.
Definitivamente, el hombre que tengo en frente es uno de ellos, la única diferencia es que a este no lo pudo haber creado nadie más que el mismísimo Lucifer. Tiene el rostro de la tentación, con los labios gruesos, rosados y apetecibles, una mandíbula poblada por vellos cortados de la forma más sexy que se pudo ocurrir a alguien, su nariz es tan perfecta que me da vergüenza la mía, y por último (madre mía) sus ojos: gris tormenta. Unos ojos que solo prometen pecar y hacerte conocer el paraíso prometido, y no de la manera más sana.
Cabello castaño oscuro, hombros fuertes y un abdomen escondido en la tela que solo llama a una cosa, arrancársela y lamer lo que hay debajo.
Su mano cubre la mía, y, sin mentir, hace parecer que mi mano es la de una niña.
—Tu madre me habló mucho de ti.
Habla con una sonrisa en los labios, las perlas de su boca me deslumbran por un momento.
—¿Eh? —respondo como la tonta que soy. En mi defensa sigo medio borracha. No suelo comportarme así frente a cualquier hombre que se me ponga enfrente.
Ensancha la sonrisa como si estuviera hablando con una estúpida. Esa acción me encoleriza y me aparto con brusquedad.
—Eres Kiera, ¿verdad?
—Eso no le…
—Cariño, él es tu nuevo jefe —se entremete mi madre antes de que deje salir uno de mis comentarios mordaces
Enarco una ceja, sorprendida.
—Estaba buscado una asistente y tu madre me comentó que estás disponible —dice el doctorcito. Define disponible, pienso. —Creo que es una buena oportunidad para ambos.
Me estarán jodiendo.
—Claro —respondo—, no sabía que mi madre ya estaba cansada de que fuera una mantenida. Pero era de esperarse, nadie soporta a una alcohólica depresiva por mucho tiempo.
Mamá aprieta los labios en una tensa línea y me come con los ojos hechos llamas. En cuanto al doctor… él solo me mira como si fuera una loca que escapó de un manicomio.
—Supongo que empezamos el lunes, y también supongo que mamá sabe mi horario —continuo—, ya me lo dirá después —chasqueo la lengua y hago una pistolita con mis dedos—. Los dejo, tengo una resaca con la que lidiar mientras me deslizo en la miseria.
ESTÁS LEYENDO
Querido, Sol: Sáname
RomanceHay amores que duran poco, pero que impactan con la fuerza de la explosión de una supernova. En los libros son comunes, en la vida real son escasos. Bruce fue mi supernova. Llegó y arrasó con todo lo que me hacía ser quién era, me pintó el universo...