C U A R E N T A Y U N O

443 57 21
                                    

Me levanto en cuanto la luz del sol ingresa por de la ventana de la habitación de huéspedes de la casa de Logan

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Me levanto en cuanto la luz del sol ingresa por de la ventana de la habitación de huéspedes de la casa de Logan. Me doy una ducha rápida y evito mirarme al espejo, no quiero ver el rastro que dejaron los golpes de Ciaran en él, y ya puedo imaginarme el tamaño de mis ojeras por haberme quedado toda noche en vela esperando a alguien que no llegó.

Después de la reunión en la sala de conferencias, Logan simplemente desapareció, a lo único que se dignó fue a enviarme la llave de su departamento por medio de un conserje. No pedí explicaciones, solo tomé a mi madre y nos traje para acá. Al llegar lo único que me vino a la mente fue el día que pasamos juntos y la noche que lo precedió, fue como un paréntesis en mi vida, pero ya se cerró y el estar de regreso solo me hace sentir incómoda, como invadiendo su espacio.

No sé por qué lo esperé durante horas en el sofá de su sala con el sonido de la televisión como fondo. No puedo negar que me decepcionó que despertar a las tres de la madrugada y darme cuenta de que me quedé dormida y que en ese lapso no regresó. Estuve allí sentada una hora más, sin embargo, me rendí cuando entendí que no vendría.

Al bajar al primer nivel todo está como lo dejé, el mando del televisor en el reposabrazos del sofá, el resto del café que no me terminé en la mesa ratonera y en el suelo la manta con la me cubrí.

Recojo todo y lo pongo en su lugar. Como un alma en pena me preparo más café y voy al balcón, me siento en uno de los sillones y cruzo las piernas sobre él y medito dando sorbitos de la bebida.

El cielo en una mezcla de azul y rosa, el sol va tomando su lugar en el firmamento. Me siento como una filósofa admirando las vistas que me da estar en lo alto de un edificio, todo se siente muy tranquilo, ni siquiera el zumbido del tránsito trescientos metros más abajo logra romper eso. Se siente muy irreal y bonito luego de los últimos días, como si inconscientemente lo hubiera manifestado y el universo se haya apiadado de mí.

Paso la siguiente hora embriagándome de eso, disfrutando esa tranquilidad y bloqueado cualquier pensamiento o recuerdo que lo altere.

Claro, que, como todo, debe tener un final.

El timbre resuena como un botón de apagado, de forma figurativa, claro. Suelto un largo suspiro y me levanto, dejo la taza vacía en el fregadero de la cocina y voy al recibidor. Miro a través de la mirilla y veo a un hombre regordete con uniforme de repartidor.

Abro la puerta y finjo mi sonrisa más cortés.

—Buenos días —saludo. Él me responde con amabilidad.

—¿Es el departamento del doctor Logan Walsh?

—Sí, pero no sé encuentra.

—Esto es para él —me enseña un sobre marrón de tamaño oficio—. ¿Puede recibirlo?

Asiento.

—Claro.

Firmo dónde me indica y se retira. Cierro la puerta detrás de mí y camino hacia la sala. Una espina de curiosidad se clava en mí y se arma una revuelta en mi interior.

Querido, Sol: SánameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora