Tiro de la cadena y el inodoro se traga todo lo que deseché en un vómito furioso. Me recuesto en la pared fría. Los temblores apenas están pasando y la respiración sigue siendo inestable. No había tenido un ataque de pánico desde hace un mes.
Cómo puedo me pongo de pie y me lavo la cara con agua helada. Mi teléfono timbra y recibo el mensaje de María.
Logan no me responde las llamadas y yo ya no puedo esperar más. Voy a la habitación de huéspedes y me enfundo el primer vestido que encuentro.
Es uno corto de color azul media noche, tiene unas pequeñas tiras que terminan en un escote cuadrado y en el muslo hay un pequeño tajo que llega justo antes de la unión de mi muslo izquierdo y mi cadera. Me recojo el pelo en una cola alta y me coloco una fina capa de maquillaje, solo tapar la palidez cenicienta de mi cara.
Antes de salir, me calzo unos tacones bajos de color negro y me despido de Cancerbero. Mi corazón late con fuerza, se niega a creer que es verdad.
Logan no podría ocultarme eso.
Él no.
El Uber ya espera frente a la acera cuando salgo a la calle. Mientras me lleva a la dirección que María me envió, me dedico a seguir intentando contactarme con Logan, pero ahora ya apagó el móvil.
¿Era por eso que no apareció en los últimos días?
¿O siempre lo supo?
Es que ahora todo tiene sentido. ¡Maldición!
Bruce solo tenía el apellido de su madre: Làconi. Pero nunca quiso hablarme de su progenitor, solo vagas palabras de que no lo quería, que lo había abandonado.
Yo nunca insistí. No quería presionarlo en un tema que sabía que le dolía. Siempre lo comprendí. No hice preguntas, no las veces que eran necesarias. No luché para que explicara su enemistad con Rosemarie Walsh.
Joder. ¿Era eso? ¿Eso valía mi integridad?
¿El que el señor Walsh haya tenido una aventura durante el matrimonio era excusa válida para tanto daño?
¿Qué culpa tenía Bruce?
¿Qué culpa tenía yo?
—Señorita…
¿Logan lo sabía? ¿Sabía que eran hermanos? No, de lo contrario, no tendría ese informe…
—¡Señorita!
Regreso al presente cuando el conductor exclama llamándome.
—Ya hemos llegado —dice incómodo.
Parpadeo y miro hacia afuera. En efecto, estamos frente a un enorme salón de eventos con arquitectura renacentista.
—Oh —musito—, lo siento.
Me desprendo el cinturón de seguridad y abro la puerta.
—Gracias —digo antes de bajarme.
Lo escucho murmurar algo sobre la gente en estos días mientras me alejo. Por fuera del edificio hay varias camionetas de los noticieros locales y una pequeña cantidad de gente posando frente a las cámaras con una sonrisa falsa. Esquivo los flashes y subo las escaleras que me llevan al vestíbulo.
—Su nombre —me pide un guardia vestido de negro, deteniéndome frente a unas puertas dobles abiertas de par en par.
Adentro de la enorme sala hay una multitud vestida de etiqueta, veo unos cuantos rostros familiares, entre ellos a María y Sansa, pero no hay rastros de Logan.
—Kiera Venegas —respondo volviendo la vista hacia el guardia—, la asistente del doctor Logan Walsh.
Asiente y me da paso.
María y Sansa caminan hasta mí y me reciben con un abrazo.
—Llegaste a tiempo, chica —me dice María—. Están por anunciar al nuevo director.
—Ojalá sea Logan —declara Sansa—. Rick se retorcería en su celda al enterarse de que su “amigo” ocupó su lugar.
María murmura una respuesta afirmativa, yo enfoco mi atención en buscar a Logan con la mirada. Me alejo de las chicas mientras ellas discuten sobre algo, camino entre la gente, pidiendo disculpas al hacerme paso entre ellas.
Minutos después lo encuentro parado a lado de Ginebra justo al frente una tarima. El enorme logo del hospital cuelga en la pared detrás del estrado.
El informe pesa en mi bolso de mano con cada paso que doy para acercarme. Cuando solo me faltan unos metros. La música de fondo se detiene y veo al director Winchester subir a la tarima y pararse frente a un estrado.
Retrocedo varios cuando la gente comienza a amontonarse frente a él para escuchar el anuncio. Maldigo en mi interior y voy hacia uno de los ventanales que están mi izquierda.
María y Sansa se unen a mí y esperamos a que todos guarden silencio.
—Buenas noches —empieza David Winchester—, es un honor estar aquí el día de hoy. El hospital ha estado pasando por tiempos oscuros, pero ya están acabando, la noche de hoy es un ejemplo. —Se toma un momento para mirar por toda la sala— He sido director de Healthy Life Hospital, por diez años. Y estoy orgulloso de cada minuto, hemos logrado mucho con el panel que siempre me acompañó a pesar de las adversidades.
» Pero mi tiempo aquí ya caducado, así que me complace anunciar a mi sucesor, alguien a quien me encantará acompañar en este viaje en busca de seguir mejorando a este honorable hospital y con ello la calidad de vida de cada uno de nuestros pacientes.
Un hombre con traje escarlata le pasa un sobre blanco.
—Los tres candidatos son la mejor opción para Healthy Life Hospital, y se caiga en la mano del que caiga el cargo, hará lo mejor para todos nosotros. Sin embargo, ustedes eligieron a uno en particular.
Abre el sobre con lentitud.
Ruedo los ojos, irritada.
—Bien —lee el contenido y luego levanta la mirada con una sonrisa pegada a su viejo rostro—. El nuevo director de Healthy Life Hospital es… ¡El doctor Logan Walsh!
La sala estalla en aplausos y hasta se escuchan unos cuantos silbidos a lo lejos.
Logan sube a la tarima limpiándose el polvo inexistente del traje. Winchester lo recibe en un caluroso abrazo, le dice algo al oído y luego baja junto al público.
Mis ojos captan el momento en el que Rosemarie Walsh se engancha al brazo de Ginebra y ambas continúan aplaudiendo.
—Buenas noches para todos —saluda Logan—. No tengo un discurso preparado —murmura, pequeñas risas llenan el silencio—, tanto mi candidatura como recibir este cargo me ha tomado por sorpresa. Así que no tengo más que agradecer su confianza y prometer que daré todo lo que esté a mi alcance y más para seguir elevando el prestigio de nuestro amado hospital.
Los aplausos regresan ante lo dicho, yo aplaudo por inercia, tan abrumada por la información reciente e incapaz de procesar el logro de Logan.
Él sonríe un poco incómodo y se prepara para bajar de vuelta, pero se detiene al ver a Ginebra subiendo a su encuentro. Ella le sonríe como una novia frente al altar.
Siento la ira subir por mis huesos cuando le deposita un beso en la mejilla manchándolo con su labial rojo.
Ella se aleja lo suficiente y se coloca frente al micrófono. No puedo dejar de mirar el cómo sostiene la mano de Logan y entrelazan sus dedos.
—¿Qué mierda es todo esto? —susurra Sansa.
—¿Cómo están? —dice Ginebra a través del micrófono—. Supongo que igual de felices por los resultados.
Se escuchan respuestas afirmativas. Logan sonríe un poco apenado, pero no hace nada para alejar su mano de la de ella.
—Estoy tan feliz de este logro. El hospital está en mejores manos.
«Suéltalo ya»
—Eso se los puedo asegurar —pone la mano izquierda sobre el micrófono y una luz se refleja sobre una argolla en su dedo anular—. Y como estamos todos reunidos para festejar esta victoria, quiero agregar algo más a la celebración.
Siento la mirada de María y Sansa en mí.
—Me alegra anunciarles nuestro compromiso —suelta Ginebra con una sonrisa radiante—. Nos casaremos al final del verano.
Los ojos de Logan se encuentran con los míos justo en el momento en el que la sala se llena de bitores y aplausos.
La respiración se me corta.
Se va a casar.
Retrocedo un paso, incrédula.
Ginebra se abraza a su pecho y él baja la mirada a ella. Las palabras de ella se vuelven reales en cuanto él posa sus labios sobre los de ella y se funden en un beso bajo los ojos de todos los presentes.
Siento una mano tomar la mía.
—Cariño… —murmura María.
Mis ojos se aguan y siento como mi corazón se comprime en mi pecho.
«Se va a casar» mi mente repite esas palabras una y otra vez.
Me suelto de la mano de María y salgo de la sala a toda marcha, con cada paso siento otro pedazo de mí caerse al suelo.
El aire de la noche me recibe con furia. Las nubes negras cubren el cielo y los relámpagos las tiñen con ira ciega. Cuando pongo un pie en el último escalón la lluvia cae con fuerza, dos pasos más allá y mis lágrimas se mezclan con el agua que me empapa como una cascada.
Los sollozos se escapan de mi garganta sin que pueda detenerlos.
Escucho mi nombre a lo lejos. Apuro el paso, los coches pasan a mi lado con un flash de luces, todo está borroso y no distingo si es por mis lágrimas o por la tormenta.
Una mano se aferra a mi brazo y me obliga a detenerme, al girarme me encuentro con el rostro afligido de Logan.
—Espera —me dice.
Me salgo de su agarre. Mi mano impacta con su mejilla con fuerza, su rostro se gira con el impacto y se queda allí como si estuviera aceptando la culpa.
—¿Por qué? —sollozo.
—Te lo iba a decir —murmura mirándome.
La lluvia nos azota con fuerza.
—¿Cuándo? ¿Antes o después de follarme? ¿Antes o después de casarte?
—Lo lamento.
Lo empujo con mis manos en su pecho, una y otra vez queriendo aplacar mi ira. Queriendo borrar el dolor de ser traicionada una vez más.
—¡¿Me ibas a decir que Bruce era tu hermano?! —silencio— ¡¿Desde cuándo lo sabías?!
—No hace mucho.
Otra cachetada.
—¿Desde cuándo estás comprometido con ella?
—No hace mucho.
Trastabillo. Todo este tiempo, el baño del hospital, el día de hoy… ¿Se iba a casar y me usaba como una puta?
El enojo puro me llena los pulmones.
—Me llamaste mentirosa —espeto—, que te ocultaba secretos, pero tú, ¿dónde quedabas cuando eso? ¿Qué eras cuando me follabas por cada rincón mientras le pedías a otra que se case contigo?
No me dice nada. Y lo odio. Odio que no responda, que no se defienda, que no se excuse.
—¿La amas? —pregunto.
Necesito saber si me ama a mí. Eso es lo que quiero saber.
—Sí —responde con sus ojos fijos en los míos—. La amo.
Retrocedo otro paso.
—¿Por qué no me lo dijiste?
—Me… me gusta follar contigo, pero la amo a ella. Contigo puedo tener una aventura, pero eras la novia de mi hermano, no tengo más que deseo por ti. Ella es a quien quiero para compartir mi vida.
Esa es la bala que termina por matarme.
—Te odio.
Cierra sus ojos por un instante, al abrirlos no lo reconozco. En esos ojos hoy me miraban con tanta ternura, ahora no reflejan nada. Solo una máscara fría y cruel.
¿Cómo pude esperar algo más del hijo de Rosemarie?
Son tal para cual.
Uno peor que él otro.
Y ambos me usaron para su beneficio.
—Ojalá tu madre y tú se pudran en el infierno.
Con eso en el aire, levanto la mano para detener un taxi y me subo sin mirar atrás. Dejando con él, en medio de la lluvia, lo poco que quedaba de mi corazón.
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Querido, Sol: Sáname
RomantikHay amores que duran poco, pero que impactan con la fuerza de la explosión de una supernova. En los libros son comunes, en la vida real son escasos. Bruce fue mi supernova. Llegó y arrasó con todo lo que me hacía ser quién era, me pintó el universo...