Mi cuerpo pesa como mínimo tres toneladas, la mayoría de ese peso se concentra en mi cabeza, es como si dos martillos se turnaran para golpearme a peso muerto. La boca la siento seca y mi garganta quema como el infierno. Doy dos respiraciones largas, por un momento el aire que ingresa a mis pulmones es fácil de comprarse con el aire que ingresa a través de un trapo mojado con agua caliente, pura mierda.
Quiero abrir los ojos, mas no puedo, es como si mis párpados estuvieran cosidos.
Un constante pitido a mi costado es el único sonido que percibo, por lo podría ser media hora. En todo ese tiempo trato de moverme, pero el dolor que se aloja en cada uno mis huesos no me lo permite, no recuerdo haber sentido tanto dolor físico en mi vida, es como si estuviera pasando bajo una aplanadora. El tiempo parece extenderse sin fin. No es hasta que el halo de inconsciencia que parece envolverme se disipa, es que puedo dejar salir un gemido lastimero.
Una mano se posa en mi antebrazo y una voz me susurra palabras sueltas que no puedo conectar. Instantes después, el pitido se vuelve lejano y el dolor comienza a disolverse. El placer de no sentir dolor me arropa y me dejo ir devuelta a la inconsciencia.
Cuando vuelvo en mí, ya puedo abrir los ojos. La luz de la habitación me golpea con fuerza, me obligo a acostumbrarme a ella y mis ojos empiezan a enfocar lo que tengo a mi alrededor.
Una habitación de hospital.
Genial.
Este debería ser mi segundo hogar. He despertado en este tipo de habitaciones más veces de las que quisiera recordar.
Miro a mi alrededor y me encuentro con que estoy sola.
No recuerdo mucho después de haber visto a Ciaran irse, solo vagos destellos, unos cuantos gritos y… Logan, su aroma.
Joder.
Busco la manera de incorporarme, pero siento el cuerpo muy débil y desisto en el intento. Observo la intravenosa que tengo conectada a la mano, una bolsa de sangre cuelga de un gancho a mi costado, la sustancia carmesí ingresa en mí con ayuda del pequeño tubo. Debí perder mucha sangre.
Al otro costado tengo esa máquina que marca los latidos de mi corazón con ese irritante pitido que no tiene intención de parar. En la mesilla de insumos encuentro el timbre y lo pulso llamando a alguien para que venga a traerme un vaso de agua, o de veneno, lo que venga primero.
La puerta se abre momentos después y a través de ella ingresa el dueño de mis deseos más impuros. El jodido Logan Walsh. Estar tan bueno debería ser ilegal, y más viniendo del útero de una víbora.
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Querido, Sol: Sáname
RomanceHay amores que duran poco, pero que impactan con la fuerza de la explosión de una supernova. En los libros son comunes, en la vida real son escasos. Bruce fue mi supernova. Llegó y arrasó con todo lo que me hacía ser quién era, me pintó el universo...