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Es el primer mes del año y la gente está alborotada, ver el restaurante lleno hace que mi energía se llene a tope y hoy es un buen día para eso.

Tomé la iniciativa esta vez y llamé a mi madre para confirmarle que mi vuelo salía esta misma tarde y llegaría en la noche. Ella se escucha muy animada y mis hermanos están contando hasta los segundos. Ha decir verdad, yo me encuentro de la misma forma, un tanto feliz.

Después de tantos años, volver a verlos me pone muy nerviosa, más que todo el volver a ver a mi padre y tener que confrontarlo, hace que quiera echarme para atrás, pero lo haré solo por mis hermanos y madre.

Pude pensar mucho en que decir al llegar a casa durante el viaje, quizá solo esperaré la oportunidad para hablar del tema y solucionar nuestras diferencias.

El pueblo a pesar del tiempo, tiene muy pocos cambios, hay muchas construcciones nuevas, pero casi ninguna tienda ha tenido que cerrar. Los niños que conocí ahora se encuentran en la secundaria. 

-¡Ma! ¡Ya llegó! ¡Vamos Cástor! --mi hermano menor Pólux salió corriendo de la casa para darme un enorme abrazo.

-Wow, has crecido demasiado, no lo puedo creer...--dije observándolo mejor.

-Y tu estás más bonita.--dijo con una sonrisa en su rostro.

-¡OH! ¡ATHENA! --salió corriendo Cástor para darme un abrazo.-- ¡Por fin estás aquí!

-No puedo creer que estos dos bebés hayan crecido tanto.--le comenté a mi madre la cuál se encontraba detrás de ellos con sonrisa.-- Ya llegué.--mencioné para darle un fuerte abrazo.

-Athena, estás muy delgada, ¿Por qué pareces desnutrida si eres chef? --bromeó.

Entramos a la casa, sólo habían cambiado el color de las paredes y algunos muebles antiguos. Las fotos estaban mejor acomodadas en cuadros pequeños al rededor de la casa. Los muebles ahora son claros y la casa se ve mejor iluminada, además ya pueden tener muebles claros sin tener miedo de que unos niños los destrocen.

Fui hasta el patio trasero de la casa, ahí se hallaba mi padre, estaba cuidando de las plantas, se le veía tan paciente que creí que no era él, además de su cabello más canoso y su deterioro por la edad.

Él me miró, su cara era seria, siempre lo fue, pero esta vez lo noté mucho más. Su mirada me heló la sangre, no tenía expresión alguna, quizá no esté feliz de que haya venido. 

-Charles, llegó Athena.--avisó mi madre.

-Bienvenida, Athena. --dijo mi frío padre escogiendo que tipo de heno le echará a sus plantas. 

No sé que esperaba la verdad todo era tan simple como que nada estaría igual que antes. Dudo que algún día lo vuelva a ser. 

A pesar del frío recibimiento de mi padre, mi madre y mis hermanos han hecho de todo para complacerme. Ya sea desde darme la mejor atención posible hasta prepararme comida sin necesidad de yo hacer algo. 

No es por nada pero es agradable estar con mis hermanos y madre, ojalá mi padre pudiera superar todo de una vez por todas.

-Y... ¿Has sabido de Lorraine?--preguntó mi madre.

-Perdimos el contacto desde ese día.--comenté.

-Escuché que se va a casar. Un chico de Londres. Parece que es un buen tipo, y tiene muy buen empleo.

-¿Por qué el interés en Lorraine tan de repente? --interrogué curiosa.

-Bueno, no supe más de ustedes dos desde... ya sabes. --dijo terminado de servir el chocolate caliente.-- Entonces, ¿No hay nadie más en tu vida? 

Las luces de LondresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora